Serge Raynaud de la Ferrière



Los

Propósitos

Psicológicos

Tomo VII





Objetividad Metafísica

La Rosa y la Cruz










Lux In Tenebris Lucet

Rebusca del Corazón del Ecce Homo


con una dedicatoria por

el Conde Stefan Lubiensky

Ex-Cónsul de Polonia en Amsterdam.



Estas palabras buscadas a tientas,

que fueron formuladas con el fin de expresar misterios,

son dedicadas a un gran amigo.


¿Cómo llamarle?

El fuego ardiente del Yo Divino,

de la individualidad eterna de un hombre que conocemos en la tierra

difiere tanto de su persona humana,

que es difícil encontrar su nombre,

aquel nombre que correspondería a la verdad

en el momento en que encendemos nuestra antorcha

para ponernos en marcha.


Esa marcha a través de las zarzas,

las piedras y las tinieblas de este libro,

es esta oración.


Al comienzo, al principio de este libro,

debe irradiar su primera luz

esta simple dedicatoria:


A un amigo,

a un portador de la claridad del alma,

dedico este CANTICO, sin palabras,

pero que está expresado en palabras.”



* * *







I) LA ALONDRA



Cuando en una mañana de Primavera suena el canto de la alondra y se distingue, debajo de la bóveda azul y luminosa del cielo, un punto parduzco que agita sus pequeñas alas sin descender ni elevarse, como si estuviese fijo en ese lugar, el CORAZON del hombre cesa de latir, tan grande es la admiración por ese pequeño milagro.

Entre los surcos de tierra labrada, rojiza y color de malva, olorosa de vigor, en algún sitio, en la sombra, está escondido el nido de ese pájaro cantante, nido frágil, hecho con briznas muy secas. Animado pájaro que origina con su canto lo que la hembra en la tierra empolla con el calor de su pequeño cuerpo y con sus plumas suaves, formando una armonía completa unida por Dios.

Es así que ese cuerpo situado entre los surcos, y esa pequeña “coma” que descansa en el arco azulado del cielo, esos dos puntos están unidos el uno al otro por una correspondencia misteriosa, semejante a la del arco y del violín: sonido y resonancia.

Somos los testigos, durante esos días de Marzo o de Abril, de un cambio de palabras sagradas y muy modestas, entre la TIERRA y el CIELO.

¿Es esa la imagen del HOMBRE, sumido en una meditación tan ferviente como vasta, que es al mismo tiempo un ascenso hasta la idea Divina (una “Unión Mystica”) y un descenso en los fondos de la materia?

¿Es una iluminación y una penetración sagrada en las tinieblas para iluminarlas?

¿Es una palabra del hombre verdadero del “ECCE HOMO” fiel al espíritu, que es al mismo tiempo responsable y fiel a todas las envolturas carnales, dicha al mundo del crepúsculo?

¿Es una semejanza llena de imágenes de la FRENTE HUMANA con dos rayos de Moisés inclinados como dos manos elevadas hacia el Cielo en una Oración muy ardiente? Parece una inmensa antorcha, un faro luminoso, hecho con pensamientos humanos y dirigido hacia la Eternidad.

¿Es esa FRENTE que irradia, esa inmensa antorcha que se alza hacia el infinito, pero que al mismo tiempo y conjuntamente, emana otros dos rayos hacia abajo, concentrados en una lanza que posa su punta en la espalda del DRAGON que se arrastra?

¿Es esa la devoción pura e infantil de un pajarito muy humilde (que canta su amor extremo), inmovilizado por la luz (volando en el mismo lugar), y que bendice la pequeña clueca de sus polluelos, acurrucado entre los surcos fríos aún del invierno, esa hembra alondra que vive para perderse como una semilla insignificante, aceptada por el seno de la Tierra Madre, que va a centuplicarse desde el Verano hasta el Otoño?

Eres tú, Tú, mi amigo, el más grande, es tu chispa espiritual en los abrazos celestes. Tú, el que debe abrazar toda esta tierra y al mismo tiempo encarnar la idea más luminosa durante esos días oscuros de la historia.

Tú, Sacerdote divino y Labrador trágico.

A través de tu pobre persona tan ciega, Dios mismo querría contemplar todos los callejones sin salida de aquí abajo y... por tus oídos oír la queja de los miles de seres que andan a tientas en la oscuridad.

Pero, te veo también como esa alondra hundida en el azul transparente, que hace recordar al hombre que es el mandadero de la luz invisible que viene de arriba.

Pájaro único y lleno de gracia, cuya hembra tanto se olvida de sí misma, y que es semejante a una pequeña porcelana insignificante.

A ti, Maestro, Amigo! hombre verdadero de esos tiempos tan difíciles, unión de lo terrenal y de lo celeste, de la claridad que viene de las estrellas y de las sombras de la naturaleza separada de Dios.

A ti, Gran Servidor de esta doble tarea, me atrevo a dedicar estas páginas, estas estrofas, originadas de un diálogo entre las alturas y lo bajo. Diálogo entre el Sol que no se ve con los ojos y... el otro aspecto de Dios, escondido en las entrañas del mundo creado y petrificado: A ti te ofrezco este pobre cántico.













II) EL PRIMER ALTAR DEL HOMBRE TEMPLO

(El Misterio del Pan y del Jugo de la Viña Roja).



De cada lado de la antorcha invisible y encendida sobre las alturas de la FRENTE pensadora, dos ojos se abren a la luz: es la puerta del alma del ser llamado HOMBRE; es la ventana de su TEMPLO.

Dos corrientes opuestas salen de él y se introducen en él (es lo inspirado y lo expirado). El exterior y el interior tienen así un punto de encuentro: es el astro del Sol que hace aparecer los colores que adornan las maravillas de la naturaleza, haciéndolas sobresalir de la oscuridad y es el calor del alma que va delante al encuentro de lo que viene de afuera. No es en la “cámara oscura” del “hueco ocular” donde tienen lugar esas uniones entre el mundo interior y el mundo de la periferia, entre la Madre Naturaleza, vestida con el arco iris, y el observador que dice: “Contemplo, miro”. Es en alguna parte tras la pantalla del sensible y al mismo tiempo en el centro de la conciencia misma. Es el más allá visible del objeto contemplado que se ofrece al contemplador, como Venus que sale del agua con su velo de 7 colores, en una danza rítmica de miles de formas. Pero es el alma encarnada que refleja esa visión que la consume, como consumimos un trozo de pan hecho con el trigo que ha sido alimentado por el Sol.

Los ojos son como una boca que aspira formas y colores, abrevando el alma humana y llevándola fuera de sí misma en la inmensidad infinita de la catedral del Universo.

Así se manifiesta la correspondencia milagrosa del “microcosmo” y del Gran Templo del Mundo.

Una parte del alma, como ave de luz, deja —siguiendo el camino de los sentidos— el atrio, la cumbre de la cabeza, como un pichón deja su nido y empieza a volar encima del inmenso domo de cúpula de zafiro y muros transparentes, mientras que otra parte se encierra en una capilla interior, semejante a un ser arrodillado junto al Santo de los Santos.

Llena de amor hacia la belleza inmaculada de todas esas formas, gestos y colores, la Virginidad del alma se ofrece a la Virgen del Cosmos visible, que la envuelve dulcemente con su manto azul-rojo. Somos testigos del nacimiento del canto de admiración que emana de la relación del interior y del exterior, de lo personal y de lo universal.

Algo indecible nace en el umbral del infinito, en los confines del mundo y del “sobre mundo”, toma una forma acabada, se viste de luz y... alcanza la emanación de esa criatura muy pequeña y terrestre que en un cierto momento clava sus ojos sobre las estrellas, sobre el firmamento azul-opaco, sobre las nubes y todas las maravillas de los 7 velos de la sacerdotisa Naturaleza.

Y aquí, ese Algo que viene de las esferas más grandes, en maridaje con esa parcela del alma humana, se precipita a su encuentro, desaparece en su interior, se hunde en el Ego del Contemplador, se muere en su “Yo”, pero... acabando de existir (en forma y color) en ese centro de los centros, él renace bajo el aspecto de CONCIENCIA de la UNION de lo Universal con el Ser Personal, de la Idea Divina con su reflejo individual, la COMUNION del Absoluto con el Pensamiento concreto.

Hay un centro que hace morir la periferia y hace renacer otra en ella. Hay una “Cámara Interior” que aspira TODO, donde todo desaparece en la Nada (según el camina trazado por todos los rayos que provienen del Círculo Máximo), pero que hace aparecer de nuevo (al mismo tiempo), la misma Cosa en su metamorfosis, en los mismas confines del Universo.

Hay un punto de encuentro (un primer ALTAR) de Dios con su emanación, con una chispa consciente del Fuego Divino; es el nacimiento de un Mundo Nuevo: el Muy Grande se ofrendó al minúsculo, mientras que el muy Pequeño se hizo Grande.

Hay un primer lugar de intercambio entre el Creador y el Creado, un sitio donde El vierte su “soplo” sobre un ser que QUIERE aspirarlo y que lo expira bajo otra forma, como Espíritu: El Espíritu Santo, porque lo que nació es fecundado por encima. No es solamente la conversación entre la circunferencia y un punto central, entre la Esfera del Mundo y todos sus centros (¡que son tan numerosos como los Egos encarnados!), sino también un crucero de esa esfera inhalante y exhalante en movimiento perpetuo con su “eje”. Es así como el intercambio entre el Exterior y el Interior se cruza con una “línea” trazada en el Mundo del Espíritu Puro, en el Mundo de las Alturas Divinas, las cuales se reflejan en los Fondos y en lo Bajo que están en relación con lo Alto, relación oculta que se traduce por HERMES TRIMEGISTO.

Entre los dos ojos está este punto misterioso donde se verifica ante todo el “cruzamiento” (donde se forma esta CRUZ), situado entre la esfera luminosa supra-física de la comprensión del Exterior y del Interior, realizada por la Inspiración superior. La cruz así trazada en la frente es semejante a una cruz sobre el altar de un templo, junto a la cual un sacerdote es el testigo de una consagración y celebra una ofrenda en la cual el alma comulga a medida que “piensa”. Ese sacerdote es el YO del hombre que contempla, que comprende, que utiliza el órgano del Pensamiento.

Ese sacerdote del Microcosmo conversa con la Madre del Mundo, que es la Gran Sacerdotisa, presentándole la hostia, que es hecha de todas las sensaciones luminosas, que está tejida con todas las formas y con el inmenso Arco Iris de lo visible. Pero él debe (es la tarea del Yo) destilar, filtrar un Fuego interno que se une a esa comunión luminosa, a fin de asimilar las sensaciones exteriores, poniéndolas en movimiento, animándolas y dándoles el calor.

Es así como el alma se transforma en una Copa Sagrada que se llenan con un elixir ferviente, con un fluido sutil y rojo, semejante al jugo de la viña, que es la respuesta de la tierra a la pregunta hecha por el Sol.

Lo más noble, lo más purificado de la sangre se libera del fondo del Ser Humano para evaporarse, para subir hacia las alturas. Y de allí, de esas Alturas Celestes, desciende hacia esa Copa, hacia ese Cáliz llenándolo hasta el borde: la Paloma Blanca de la Inspiración. En el primer altar del Templo-Hombre está colocado el Cáliz, cuyo “pie” toca un punto sagrado en el cruce del entrecejo... las paredes de esa ánfora se transforman en un cono milagroso abierto hacia las alturas que se proyecta hacia el cielo. Dos rayos de una claridad espiritual, dos corrientes en rotación rítmica (al ritmo del corazón) circulan alrededor de esa Copa (el Cáliz del Pensamiento consciente) y se forma un inmenso faro que alumbra los mundos más y más elevados. Semejan dos brazos, elevados en una oración muy humilde, pero muy ferviente, los cuales son dirigidos hacia el cielo, y van al encuentro de la Inspiración Divina de esa Paloma que, volando encima de ese cono tejido con la luz, se sacrifica para verter en él su Amor y su Prudencia.

Es el Hombre Pensador, su Yo, que en una tensión de toda su Voluntad ofrece a Dios su sustancia, el elixir de su vida, su calor interno, su sangre filtrada y obtiene a cambio la Idea Germen.

Todo lo que aspiró del exterior, todas las formas y los colores se concentraron en el interior, alimentaron el alma, originaran su sustancia. Pero en ese intercambio de la Periferia con el Centro que al principio primero (antes del nacimiento de los conceptos y de las palabras) tiene lugar en el altar de la Frente, se vierte el diálogo entre los Fondos y las Alturas el Yo que ofrece la Copa colmada de Sangre a la Paloma Divina que se sacrifica. Es el Sacramento de la Comunión bajo dos aspectos, en la Esfera del Pensamiento. Es el primer “signo de la Cruz”, y la alondra más modesta, aquel pajarito gris, cantante del Primer Verano que desapareció en el firmamento y retorna del Cielo, bajo la forma de una Paloma, de una Paloma de Pentecostés.









III) EL “AGNUS DEI” Y EL MISTERIO DE LA BALANZA

(La Espada cruzada sobre el Cáliz que se colma)





La Sangre del Mundo circula en las venas del Hombre Encarnado y recalienta su ser desde el interior, mientras que el exterior se une a esa comunión del “Vino”, una lluvia de un Maná Celeste y una luminosa comida hecha con Todas las sensaciones.

Sobre el Altar de la Frente Humana, el Dios del Universo y el Dios Hombre son semejantes a un sacerdote que celebra la Unión del Sol y de la Luna. Es el “Pensamiento” del Hombre, quien es hecho para reflejarlo y recoger su fruto.

Con la forma de una creciente lunar, la Copa del Alma se ofrece al Divino cada vez que el Yo piensa. Cada pensamiento bien formado, es un cristal, es como un espejo plateado en el fondo de esa copa, y el fuego que ponen esos pensamientos en movimiento, es como la Sangre que llena el Cáliz. Pero la materia con la cual está hecha esa ánfora, aquel espejo perfecto del Mundo Máximo, el metal de “Afrodita Inmaculada”, no es de plata muy pura aún, sino cobre amarillo y resonante. En su forma de cono luminoso abierto hacia las alturas, ese Cáliz del alma evoca la vocal “A” invertida, dos brazos abiertos abrazando los cielos con un gesto de gratitud y de admiración infinita.

Sobre el ánfora de cobre, plateada por dentro, está colocada una espada de hierro, que la protege con su cruz. Es así como el eterno femenino, que nace de la onda purísima, está guardado por un caballero sin tacha de rasgos marciales y con brazos cruzados sobre el pecho formando la vocal “E”.

Pero los ojos de ese caballero de hierro, del “Dios Aries”, están elevados hacia el firmamento celeste, donde eligió su primera “casa” y de la cual descendió la Blanca Paloma. No es una Paloma muy frágil y alada, sino un otro Dios un Dios de todos los Dioses que se ofrece, al descender de las grandes alturas del Zodíaco. Es el “AGNUS DEI” del Mundo, es el Cordero de las Pascuas que, desde hace miles de millones de siglos (tres grandes “manvataras”, tres respiraciones del Padre del Mundo), es como el corazón de cada Jerarquía Divina y que se acerca mientras desciende del Cuarto Mundo. Seguía y sigue, en su eterno descendimiento, una línea vertical semejante a una flor perdiéndose en el Infinito y viniendo del Infinito. Es el eje de Todo aquel Gran Universo, pero que puede llegar a ser el eje (si el hombre lo quiere así) de la Naturaleza moral del Microcosmo.

Es por eso, que el caballero, que cruzó su espada sobre la Capa de Venus, eligió su “Casa” en el signo de “Aries” (Morueco), para fraguar su Lanza, desde la gran vertical del Mundo, desde esa línea siempre recta que viene de los cielos y para acompañar fielmente al Cordero de Dios en su descenso.

Mientras que Marte, con su voluntad tendida, se fue al encuentro subiendo la escala de los cielos hasta “Aries”, por su parte, su gran vecino planetario, el olímpico y luminoso Júpiter, colocó su vocal de protección (la“O” que lo abraza todo) en el signo del Cazador Celeste, el centauro fogoso y voluntario, el signo del Sagitario. Es así que se realiza un cruce celeste en el microcosmo del alma: Marte, no obstante su afinidad para con el signo de Sagitario, empieza su primera actividad en la Casa de Aries, y Júpiter, el pensador apacible, mientras que esculpe las formas e imágenes alrededor de la frente humana (protegiéndola con su “O”), deja esa zona de Aries para entrar en el Signo del Gran Cazador y apuntar las ideas con sus flechas. El blande esa flecha en la forma de una “L” luminosa que le presenta Mercurio, su compañero, de pies alados y ligeros, exclamando: “Yo Soy”. Es el signo vertical que evoca la conciencia ese Caduceo adornado con dos alas, aquel emblema de la Concordia y... de Libra (la Balanza).

El guardián del pequeño umbral, el umbral del fondo del alma subconsciente, guía en los infiernos, y como el enviado de los Dioses, lleva su varilla hechizada, con dos Sierpes opuestas, como una “libra”, como un veredicto del juicio en que la luz parte de las tnieblas. Mensajero de lo Celeste, en los bajos fondos, baja y asciende, danza con pie ágil, une y rompe, se mueve con una flexibilidad extraordinaria, mientras que centellea en el crepúsculo.

Era difícil separarlo de su vecina, (Venus) salida de las ondas, y se le llamaba HERM - AFRODITES, interponiendo sus relaciones con el Zodiaco (el signo de Virgo y el signo de Libra).

Los diálogos entre el Yo del Hombre y las estrellas y los planetas, tienden a purificar a Venus y le devuelven su antigua morada bajo la protección de la Virgen del Mundo.

Detrás del panorama de lo visible, adornada por el Sol de todos los colores, Afrodita en la Naturaleza se ofrece completamente y sin restricción a la Madre de todas las madres. Y Hermes, como el que lleva la antorcha del otro Sol, el Sol que luce a media noche —aquel TOTH, Dios de las almas difuntas— se hunde en las profundidades de las nieblas del subconsciente, y sale de ellas vencedor para subir de nuevo a la superficie del Pensamiento, como portador de las esencias escasas que eligió minuciosamente, a fin de que puedan lucir en las esferas apacibles y ovales donde reina su maestro Zeus, el Constructor de la Unidad. Manteniendo una comunicación entre lo Bajo y lo Alto, Mercurio se encarga al mismo tiempo de unir la periferia con el centro. Se lanza en el espacio visible y tangible, presta tonos y subtonos a los colores, parcelas de la Naturaleza, los asocia, une el exterior con el interior, hace circular todo, enlaza y desenlaza... Algo similar al trabajo de los pulmones en un cuerpo físico —el órgano que aspira y expira—, él lo hace en una esfera etérica de una luz supra-física, él lo introduce en el mundo de los pensamientos.

El hombre que piensa es semejante a un ser que ahora ensancha, ahora encoge su pecho al respirar. Una vez es un vaivén del aire en movimiento rítmico; otra vez es, en la esfera del pensamiento, un flujo y reflujo de una sustancia divina. Pero la respiración se hace por sí misma sin esfuerzo, mientras Hermes en las esferas del pensamiento, desempeñando el papel del Pequeño Guardián del Umbral, espera el esfuerzo constante y muy vigilante del meditante; si no le “hurta” su consciencia y... sólo le ofrece ensueños.

En el sitio donde ocurre la primera vez el encuentro de la esfera luminosa (hecha con la circunferencia que desaparece en un punto para aparecer de nuevo en la periferia de esta esfera), en el encuentro con su eje (relación entre las profundidades y las alturas), ahí sobre este primer cruce de los caminos del etérico y del espiritual, ahí sobre ese altar de mutación entre el Cielo y la Tierra del cual el hombre es el intermediario modesto y valeroso, en el sitio donde ocurre también el encuentro de la Paloma del Espíritu que se adelanta al “Agnus Dei” en su descenso hacia lo bajo: se lanza HERMES, con el pie ligero y el brazo en alto (signo de la vocal “I”) presentando su caduceo como emblema del ritmo, mientras que tras de él, al pie de la Columna del Mundo (en el camino vertical del descenso del Cordero) aparece su opuesto en el Zodíaco: el signo gigantesco de la Libra.

En este signo se funda la Moral de nuestro Mundo, ese Decreto Supremo de la Conciencia del Universo, el “Sí” y el “No” primordial de los Querubines en el origen. Es esta Balanza la que tiene el Gran Arcángel en su mano derecha, contemplando al Hombre, con una gravedad serena, llena de Prudencia y de Amor, él que es la encarnación de la idea primera de la Armonía, del Primordial de los Querubines: el Arcángel Miguel. Es, gracias a él, que el Sol exterior y visible encuentra, en el altar de la Frente Humana, el otro Sol, interior e invisible (el Macrocosmo uniéndose al Microcosmo) y... el Hombre, si anhela “pensar”, tiene su cometido en esa Grande Unión.

No es ya una pequeña alondra de los campos, no es ya una paloma rosa blanca de Venus que sale de la espuma de un mar ondulado y centelleante (gracias a Mercurio su amigo); es un Aguila, un Aguila blanca, el águila inmensa que baja de la cúpula de la Catedral del Mundo, de la esfera, donde semejante a un Cáliz centelleante, brilla en el signo Zodiacal del “Agnus Dei”. Y a los pies del águila está resguardada por los Querubines, guardianes del Umbral Divino, la Base de la Armonía Universal, representada por la constelación de la Libra o por San Miguel el Arcángel, que la pone a la disposición del HOMBRE VERDADERO.



* * *



INTRODUCCIÓN



En la búsqueda de la re-educación de la Humanidad desequilibrada, es importante establecer un método fundado ante todo sobre la Tolerancia. Esa idea de completa libertad del individuo hacia el respeto del prójimo no parece ser considerada bastante por los pedagogos y, sin embargo, es un hecho muy conocido que la verdadera “igualdad” de los hombres reside precisamente en la posibilidad que tiene cada ser de encontrar su verdadero Sí. Una vez cumplida esa realización, el ser humano se acerca a sus contemporáneos y poco a poco la verdadera Fraternidad se organiza.

Platón relata una leyenda muy bonita a este propósito en el “Mito de Protágoras”. Tiene lugar en el tiempo en que los dioses ya existían, pero cuando las razas mortales no existían aún. Llegó el momento marcado por el destino para originarlas, los Dioses las formaron en el interior de la tierra con una mezcla de tierra y de fuego y con todas las sustancias que pueden combinarse con el fuego y la tierra. En el momento de presentarlas a la luz, los Dioses mandaron a Prometeo y a Epimeteo a distribuir apropiadamente entre ellas todas las cualidades que debían poseer. Epimeteo pidió a Prometeo encargarse de hacer él mismo la distribución. “Cuando haya acabado, le dijo, inspeccionará mi obra”. Se le concedió el permiso, y se dispuso al trabajo.

En esta distribución, a unos dio la fuerza sin la velocidad; a los más débiles atribuyó el privilegio de la rapidez; a otros concedió armas; para los desarmados inventó cualquier otra cualidad que pudiera asegurar su salvación. A los que creó pequeños, les atribuyó la huida alada o la habitación subterránea. A los que creó grandes de estatura, los salvó con eso mismo. En resumen, entre todas esas cualidades se mantendría un equilibrio. Con esas invenciones diversas, se preocupaba de impedir la desaparición de cualquier raza.

Después de haberlos prevenido bastante contra las destrucciones recíprocas, se encargó de defenderlos contra las intemperies que provienen de Zeus, revistiéndolos con cabellos espesos y con pieles abundantes como abrigos para protegerlos contra el frío, vestidos para preservarlos del calor y, por otra parte, les proveyó de mantas y cubiertas naturales apropiadas a cada uno cuando fueran a dormir. Calzó a los unos con cascos, a los otros con cuernos macizos de los cuales había quitado la sangre. Después, se ocupó en proveer a cada uno de una comida distinta: a los unos las hierbas de la tierra, a otros los frutos de los árboles, a los otros aun sus raíces, a algunos les ofreció la carne de otros como comida; a unos dio una prole poco numerosa, a sus víctimas les repartió la fecundidad y la salvación de su especie.

Ahora bien, Epimeteo, cuya prudencia era imperfecta, había usado ya y sin recato, todas las facultades en favor de los animales, y aún le quedaba la especie humana por proveer, para lo cual, por falta de equipo, no sabía qué hacer. Estando en esta perplejidad sobrevino Prometeo para inspeccionar el trabajo, quien encontró todas las demás razas armoniosamente equipadas, pero al hombre, desnudo, sin calzado, descubierto y sin armas.

Había llegado el día marcado por el destino, cuando el hombre debía de salir de la tierra para aparecer a la luz. Prometeo, frente a esa dificultad, no sabia cuál medio de salvación encontrar para el hombre y se decidió a robar la habilidad artística de Hefaestos y de Atenea, y el fuego al mismo tiempo; pues, sin el fuego nadie podía adquirir esa habilidad, ni dedicarla a ningún servicio. Acabado esto, los ofreció al hombre.

Es así que el hombre poseyó las artes útiles a la vida; pero la política le faltó. En efecto, esa era obra de Zeus. Ahora bien, Prometeo no tenía ya tiempo para penetrar en la Acrópolis que es la morada de Zeus; por otra parte, en la puerta de Zeus, había temibles centinelas.

Sin embargo, consiguió penetrar sin que le viesen en el taller donde Hefaestos y Atenea, juntos, practicaban las artes que amaban. Robó a la vez las artes del fuego que pertenecen a Hefaestos y las otras que pertenecen a Atenea y pudo ofrecerlas al hombre. Es así que el hombre tiene en su posesión todos los recursos necesarios a la vida, y se dice que por ello Prometeo fue después acusado de robo. Puesto que el hombre participaba en el lote divino, fue el primero entre los animales en honrar a los Dioses y empezó a construir altares e imágenes divinas; después tuvo el arte de emitir sonidos y palabras articuladas; inventó las habitaciones, los vestidos, los calzados, los abrigos, los alimentos que nacen de la tierra. Pero los humanos provistos así, al principio vivieron dispersos y ninguna ciudad existía. Por esto, ellos eran destruidos por los animales, siempre más fuertes que ellos, y su industria, que era suficiente para alimentarles, era impotente para la guerra contra los animales, pues no poseían el arte político, del cual forma parte la guerra. Se esforzaban, pues, en unirse y fundar ciudades para defenderse, pero, una vez juntos, se perjudicaban recíprocamente por falta de posesión del arte político, de tal manera que empezaban de nuevo a dispersarse y perecer.

Zeus entonces, inquieto de nuestra especie amenazada de desaparecer, envió a Hermes para llevar el pudor y la justicia a los hombres, a fin de que hubiera armonía en las ciudades y para que nacieran los lazos que crean la amistad.

Hermes preguntó, pues, a Zeus el modo de imponer el pudor y la justicia a los hombres:

¿Debo repartirlas como las otras Artes? Ellas han sido repartidas de la siguiente manera: un medio único basta para muchos profanos y lo mismo es con los otros artesanos. ¿Debo yo establecer así la justicia y el pudor en la raza humana o repartirlos entre todos?

Entre todos, dijo Zeus, y que cada uno tenga su parte, porque las ciudades no podrían sobrevivir si sólo algunos fuesen provistos de ellas, como se verifica con las otras artes. Por otra parte, establecerás esta Ley en mi nombre: que cualquier otro hombre que no sea capaz de participar del pudor y de la justicia, debe ser ejecutado como una plaga de la ciudad”.

Ese lazo de amistad que Hermes creó, fue rehusado a menudo por los hombres, o bien se adornaron con él para esconder su interés, aquella tendencia que habla toda clase de lenguas y que desempeña toda clase de caracteres, aún el papel del desinteresado, como lo decía La Rochefoucauld, para esconder sus intereses. Ese pensador, en “Sus Sentencias” (edición de 1673) escribe: “Lo que los hombres llamaron amistad sólo es una sociedad, un miramiento recíproco de intereses y un cambio de buenos oficios; sólo es un comercio en el cual el amor propio siempre se propone algo para ganar.”

Eso parece bastante severo, porque al fin, sin duda se debe hacer una distinción entre el amor propio y el amor de nosotros. Muchos filósofos conectan generalmente el amor propio con toda clase de cariño, como lo dice Vauvenargues: “Si él objeto de nuestro amor nos es más querido sin el ser, que el ser sin el objeto de nuestro amor, parece que es nuestro amor el que constituye la pasión dominante, y no nuestro individuo propio, puesto que todo se escapa con la vida: el bien que nos habíamos apropiado por nuestro amor, así como nuestro ser verdadero”.

Pero, citamos al Señor Pradines para establecer la distinción que existe entre el egoísmo y el altruismo. “Todas las tendencias, sin excepción, llevan al ser viviente fuera de sí mismo; por consecuencia todas son “altruistas” (admitiendo que ese término significa más bien el amor a los demás, el amor al prójimo); a menos que, —dedicándose desde el principio a refinamientos de análisis inagotables— se quieran perseguir (hasta en los impulsos que nos proyectan fuera de nosotros y nos consagran en cuerpo y alma al objeto) las trazas de yo no sé cuál egoísmo metafísico que uno se obliga a encontrar de nuevo, aun en los sacrificios de sí mismo que inspiran tan a menudo la rabia del combate o la del amor, tanto a los animales como al hombre”.

Sin duda, admitimos que ese paroxismo de cariño fuera de sí mismo, pueda ser considerado como un egoísmo extendido, y es una hipótesis que, sin el socorro de ninguna metafísica, puede fundarse, como lo veremos después, sobre serias razones biológicas; pero es entonces la noción misma del egoísmo la que pierde así su sentido, porque pierde sus límites. Si bien se hace la objeción: lo que el sujeto quiere y lo otro por lo cual se sacrifica para conquistar, es él mismo; empero “Amar a los otros como se ama a sí mismo” es precisamente la fórmula del altruismo. Se comprende que no acabaríamos con las sutilidades si se quisiese mantener, contra la experiencia popular, la noción de un egoísmo que, sin destruirse, sea capaz de apegarse fuera de sí.

En realidad la noción de un egoísmo, a la vez fundamental y universal, nos proviene menos de la experiencia psicológica que de nociones morales mal comprendidas o mal aplicadas. La moral sola —y no la psicología, como tampoco, por lo demás, la biología— nos suministra una noción clara, precisa y sin ambigüedad, del egoísmo. Pero nos la suministra más bien para apoderarse de ella, arruinando así la idea a que la psicología corriente nos inclinaría. El egoísmo es un vicio para ella, el cual, lejos de expresar el esfuerzo de la tendencia, manifestaría más bien una cierta “desnaturalización”

Aquella citación anterior se debe comparar a las “Reflexiones” de La Rochefoucauld en su “Aviso al Lector” (edición 1666) en el cual escribe: “Me contentaré de avisarles dos cosas: la primera es que, por la palabra “interés” no se entiende siempre un interés del bien sino, la mayor parte del tiempo, un interés de honor o de gloria. La segunda es la principal y es como el fundamento de todas esas reflexiones: y es que el que las formule considera a los hombres sólo en ese estado deplorable de la naturaleza corrompida por el pecado, y así, la manera con la cual habla acerca de ese número infinito de defectos que se encuentran en su virtudes aparentes, no se refiere a lo que Dios preserva de ellos por una gracia particular”.

El Señor Pradines dijo también en su ‘Tratado de Psicología General” (Tomo 1 de la edición 1943, pág. 162): “en el orden social y egoísta (y el egoísmo es aquí el vicio de la injusticia), el que considera como fin directo los beneficios que logra de una colaboración de simpatía con sus semejantes, les mira como simples instrumentos de esos beneficios, y acabando de considerarlos altruistamente para con sus semejantes, los considera pues solo como m e d i o s de cualesquiera de esos fines, hechos completamente egoístas. El hombre es entonces reducido al estado de c o s a, del cual pueden derivar todas las formas de la sujeción brutal, del despojo y de la explotación”.



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OBJETIVIDAD METAFÍSICA



En la medida en que la existencia se realiza a si misma en el plan empírico, todo lo que es, solo existe para ella bajo la forma de la conciencia.

Así, lo que es Trascendencia, adopta igualmente, hacia la existencia que está unida al orden empírico, la forma del ser-objetivo.

En su filosofía, Karl Jaspers pregunta: ¿qué es la realidad cuando ella habla el lenguaje de la objetividad metafísica? La objetividad metafísica se llama símbolo porque no es la Trascendencia misma sino su lenguaje. Como lengua, no está comprendida ni entendida aún por la conciencia en general; la clase de lenguaje y la manera con la cual nos llama, son una posibilidad para la existencia.

Si el sentido de los símbolos es inexpresable, cómo podemos trasmitirlo y asociarlo a un lenguaje universal? Sin lo universal, dice Jaspers mismo, la experiencia que contiene la conciencia del ser, sería —en su obscuridad absoluta— radicalmente excluida de toda comunicación, aun consigo misma.

¿Cómo se puede discurrir de una manera coherente para expresar la relación entre la apariencia y el ser, y sostener ese monstruo de la Trascendencia inmanente? La Trascendencia inmanente es Inmanencia, pero es inmediatamente desvaneciente, como lo dirá también Jaspers. Ella es Trascendencia, pero llegó a ser, como símbolo-cifra, una lengua del corazón del ser empírico. Trascendencia e Inmanencia fueron consideradas al principio como excluidas la una de la otra. Más bien en éste símbolo —considerado como Trascendencia Inmanente— debe cumplirse para nosotros su dialéctica viviente y presente, en la cual no debe hundirse tampoco la Trascendencia.

Toda cosa puede ser un símbolo, una cifra. El mundo de las cifras está abierto y se rebela contra cualquier orden que sea; es su manera de ser equívoco. En el primer ciclo de cifras, el mundo empírico es evidentemente explorado por las ciencias de la naturaleza y del hombre. De ahí la expresión de los filósofos alemanes: “die Chiffren des Daseins” y todos esos desarrollos tienen su origen de la “Naturphilosophie” y la “Geschichtphilosophie” de la tradición romántica e idealista. También Kierkegaard. Por otra parte Nietzsche, quien amó tanto la Naturaleza, propone en su obra: una “Naturmysthik”, en la cual todas las cosas son transfiguradas en belleza.

Pero, cuál es esa “Belleza” de la cual habla la filosofía? Parece que se debe comprender sobre todo en el sentido que le dieron los Antiguos, y recordar que esa palabra casi siempre está confundida con la idea de que es una cualidad que existe en nosotros, así como el sentimiento que tenemos de la Belleza está confundido con la facultad que hay en nosotros de receptar esa idea. Ocurre lo mismo con la palabra “armonía”, que es empleada para designar las ideas agradables que nacen de la composición de los sonidos, y la expresión “delicadeza de oído” que se usa para designar la facultad que tenemos de gustar ese placer.

En realidad, la Belleza y la Armonía constan sobre todo de la idea, de una “Cualidad Primaria”, que se podría decir, que está mucho más en relación con nuestros sentidos físicos. Esas ideas son excitadas por una percepción interna, porque es necesario que el Espíritu tenga esa idea, antes de que nuestras sensaciones puedan definir esas cualidades.

De ahí, una definición de la Belleza “Absoluta” y de la Belleza “Comparativa” (o “Relativa”). La división de la Belleza proviene de los diversos fundamentos del placer que su sentimiento excita en nosotros, más que de los objetos mismos. Porque la mayor parte de los ejemplos que presentamos de la belleza relativa, contienen también una belleza absoluta; igualmente, gran número de los ejemplos que tienen una relación con la belleza absoluta, poseen una belleza relativa en cierto modo. Pero debemos considerar separadamente los dos manantiales del placer, o sea: la uniformidad del objeto, y la semejanza que tiene con su modelo.

Esa Belleza absoluta, es la belleza que percibimos en los objetos sin compararlos con nada exterior que pueda ser considerado como la imagen o la copia. Así es la belleza que percibimos en las obras de la Naturaleza, en las formas artificiales y en las figuras. La Belleza relativa es la que se descubre en los objetos, considerados comúnmente como “imitaciones” o “imágenes” de las demás cosas.

Queda una explicación de la Belleza y de la Armonía tras los caminos místicos y de la cual las definiciones llenas de imágenes deben ser comprendidas más allá de las palabras y aún de las significaciones; es la lengua de los poetas y de los ocultistas, también. En fin, los que guían en el Camino Iniciático deben sobre todo emplear la simbología, y es gracias a las relaciones de las diferentes disciplinas del pensamiento humano, agrupadas en una síntesis, que los investigadores encuentran entonces el principio de la Verdad. El Maestro utilizará el simbolismo científico, o el simbolismo religioso o artístico, para ayudar a sus discípulos en el esoterismo que es el fundamentó de esa Gran Enseñanza.



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Hemos visto ya cómo los astros, los elementos de la física y los atributos diversos de la Naturaleza son considerados a menudo en sus símbolos mismos para definir ciertas cualidades espirituales. Esa “simbólica” se apoya, por otra parte, sobre principios científicos bien establecidos.

Así, se encuentran en el orden proporcional de alejamiento del astro central de nuestro sistema cósmico solar: V u 1 c a n o – M e r- c u r i o - V e n u s - (Tierra) - M a r t e - J ú p i t e r - S a t u r n o (Urano - Neptuno - Plutón). Esos planetas se comparan a las glándulas endocrinas, como si fuesen grados que se deben escalar para transmutar esas fuerzas comunes en potencias psíquicas; ese trabajo fue el objeto de la investigación alquímica en su Operación de la Obra Magna.

Esa transmutación del vil metal (el plomo) en el metal real (el oro), se debe considerar sobre todo como una obra efectuada sobre sí mismo, en el perfeccionamiento del individuo, por una transmutación de las virtudes saturnianas (el plomo) concentradas en el plexus sexual, en cualidades espirituales cuyos elementos son gobernados por la glándula pineal, emblema solar del organismo (el oro).

En ese orden de ideas, la Kabbalah enseña el retorno a Dios por su mecanismo sefirótico en la transmutación del Malcuth en Kether, así como el sistema Yoga preconiza el ascenso de esa energía vital (Kundalini) a través de los centros nervo-fluídicos (chakras) a partir de Muladhara (centro del sexo, asimilado a Saturno), para llegar a Sahasrara (loto con los mil pétalos que simboliza la cumbre de la cabeza y que es el emblema del Sol).

Ese retorno al símbolo del astro central, empezando por la maestría que simboliza dicho astro, el más alejado, marca bien nuestro descenso a la materia, nuestro alejamiento del Principio y 1a necesidad de la reintegración en el Absoluto.











Se sabe que esos centros de fuerzas en el hombre, no sólo concuerdan con los planetas (puesto que el organismo es sobre todo un compuesto de sales minerales, un extracto —en un cierto modo— del sistema planetario) sino también con los elementos de la física. Así Saturno, que rige el primer chakra inferior, esta todavía en relación con la “tierra”, elemento sólido, que se debe entender en el sentido de una “tierra elementaria”; el segundo chakra está relacionado con Júpiter y el elemento agua; en el tercer grado tenemos a Manipura Chakra, el cual está bajo la influencia de Marte y del elemento Fuego (el principio ígneo en la idea filosófica, en lo que se refiere como siempre a los elementos esotéricos); el cuarto grado está al nivel del corazón y Venus, naturalmente, es su emblema: este grado será el elemento Aire en acción particular. Más allá de esos cuatro elementos físicos (tierra, agua, fuego y aire), que indican el gran principio simbólico inicial del cuaternario, se añaden los elementos extra-físicos: el “AEther”, con Mercurio, para el Vishuddha Chakra (emanación de la Tiroides); el “Sutil”, con el penúltimo Chakra (Agna), es la vibración de la pituitaria donde deben concentrarse los rayos de Vulcano; se concede generalmente a la Luna este dominio del “plano mental” a fin de conservar el equilibrio simbólico del luminario nocturno, cerca del astro del día, el Sol, el cual representa la Conciencia Universal en ese último estadio chákrico, que es la residencia de la pineal.

He aquí, pues, de esta manera, sobre el CUBO, compuesto de los cuatro elementos naturales y que simboliza la Materia: la PIRAMIDE con los 3 elementos extra-naturales que simbolizan el ESPIRITU. Ese CUADRADO y ese TRIANGULO, presentan entonces un largo estudio que se debe acabar; es la escuadra y el compás de las sociedades secretas, cuya ascensión a través de los 33 grados francmasónicos presentará cada vez nuevas significaciones.

Los elementos, pues, se presentan así: Tierra - Agua - Fuego -Aire - AEther - Sutil (o Mental) y Absoluto (o Conciencia Universal).

Hemos visto ya muchas veces que esos elementos se deben transponer, según la investigación, en los diversos estados. Así la “tierra” constituye el armazón del organismo como para las estrellas, o es un pántaclo de Magia, o un fetiche de negros, o un amuleto de cristianos; es el elemento sólido, la base, el origen, etc.... Será así con cada uno de los 7 elementos, los cuales deberán ser comprendidos como principios más elevados que en el sentido común que generalmente es concedido. Solo entonces, se comprenderá todo el alcance de los textos iniciáticos y será más fácil seguir la evolución del adepto que se eleva simbólicamente a través de esos “elementos”.







La afinidad del Alma del Mundo con los retiros en las cuevas, las Montañas, los sitios donde las fuerzas puras de la naturaleza Virgen no sufrieron ninguna perturbación, era conocida universalmente por los Antiguos. Grillot de Givry hace notar que ello explica la frecuencia de los episodios milagrosos en el seno de esos sitios privilegiados; esa es la razón por la cual el alquimista Maxwell decía que se perdía el tiempo en buscar ese Fluido Universal de Vida en un sitio diferente de las altas montañas.

Es con este fin que, según Filón el Judío (De vita contemplat), los Esenios habían elegido como residencia la cumbre del Monte Moriah para asegurar más perfectamente una comunicación con las comarcas superiores.

Es por esta razón también que los actos principales de la vida de Jesús-Cristo (transfiguración, crucifixión, ascensión) se cumplieron en la cumbre de un monte: Tabor, Gólgota, o Monte de los Olivos, a fin de encontrarse siempre en el seno del Fluido Universal, el seno también de María.

Es en la cumbre del monte Sinaí que Moisés recibió la Ley, la Torah.

Es en el Himalaya que se refugiaban los Prudentes más grandes. Fueron siempre las montañas las que recibieron a los pueblos que deseaban conservar su independencia. Los monasterios más reputados siempre están situados en las alturas.

David exclama en el Salmo LXXXVII (versículo primero), esotéricamente al comienzo y claramente después: “Fundamenta ejus in montibus sanctis!” Y los pueblos del Norte llamaban al principio femenino: Holda, la Madre de la Vida Escondida, que anda en la cumbre de las montañas!...

Calímaco, en su himno “Eis ten Artemin”, nos presenta a Artemisa, la Diana de los Romanos (que era la traducción étnica del principio virgen) dirigiéndose al Padre de los Dioses y diciendo: “Dame todas las montañas, viviré en las montañas”. Después aña-de que será la gran opitulatricia que aliviará todos los dolores de las que la invocaran en el parto. Eso establece así una comunicación evidente entre el fluido que reside en las altas montañas y la fase inicial del fenómeno vital, e indica, por consiguiente, que toda generación se cumple por medio de la Gran Generadora, la Virgen.

Las Meneas griegas, citadas tan a menudo por Dom Gueranger, hablaron espléndidamente, según el sentido esotérico, cuando llamaban “María” a la montaña de Dios, en la cual antes de todos los siglos el verbo de Dios se complacía en habitar (MONS DEI, in quoante omnia soecula complacuit habitare Verbo Divino).

Fue en la cadena del Himalaya que, durante el largo y último periodo, se conservó el Misterio de la Gran Prudencia, y el Tibet fue llamado “el techo del mundo”, no solo a causa de su situación geográfica, sino porque fue también el grado supremo en el cual se apoyaba la Verdadera Sapiencia.

Esas comarcas magnético-espirituales han sido estudiadas ya en nuestros capítulos precedentes y conocemos también las razones de la transformación de esos centros electro-telúricos, que hacen cambiar una cumbre de la sabiduría por otra y eso se verifica en lo que se refiere al Himalaya: su fuerza se dirige hacia los Andes y es en América del Sur, una vez más, donde los Prudentes van a agruparse. Igualmente en lo que se refiere a los santuarios que se eliminan poco a poco de un Asia que se vulgariza cada día. En cambio, los Sitios Sagrados se organizan cada día más en una América que se espiritualiza. Es en los Andes, en la doble cordillera, donde se conservó durante miles de años la tradición de la Ciencia Antigua que era de inspiración puramente divina. Los Mayas, los Quichés, los Aztecas, los Incas, dejaron en esa doble espina dorsal del planeta una huella indeleble de sus conocimientos. Es allí donde se conserva y se trasmite fielmente la pura y sublime llama de la devoción, y es de allí que va a florecer la magnífica civilización de la Edad Nueva.

De esas alturas van a fluir las Aguas de la Prudencia Eterna para lavar y regenerar las razas decrépitas que se estancan en los pantanos pestilenciales de las honduras.

He aquí, ese primer elemento nuevamente buscado por los discípulos de la Luz Verdadera; es la “Tierra”, lo sólido, lo material, tan apropiadamente simbolizado por los Montes a donde van a refugiarse los Adeptos de la Verdad. Es también el Desierto, el cual está mencionado en la vida de numerosos Iniciados como Moisés, Mohamet, o aun Maria Egipcíaca, que permaneció 47 años en el desierto de Jordán en una soledad absoluta. San Macario y San Pacomo también se retiraron individualmente en el aislamiento del desierto.











El segundo grado de la Iniciación será el del Agua. Esa prueba era bien conocida entre los Antiguos y ciertamente el bautismo de los Cristianos es uno de sus restos. Los manantiales, las riberas, el mar, desempeñaron su papel en la materialización simbólica de esa evolución espiritual.

El Océano, los Mares, son María, “Maris-Stella”, el Astro de los Mares.

El Espíritu del Muy Alto descendió sobre María y la cubrió con su sombra. En el Génesis ese mismo Espíritu, Ruah Elohim, había descansado en el seno de las aguas y es de esa copulación misteriosa que nace el fenómeno de la vida: el Hyle, Látex virginal, elemento de la Pasividad Universal. Los cielos, Shamain, sobre los cuales descansaba el Ruah Elohim, eran compuestos de “Aleph Shin”: Ignis, el Fuego, el Espíritu, y de Aqua (Mem-Yod-Sameck): Mis, las Aguas.

Los más antiguos textos cuneiformes caldeos, certifican la existencia de un Principio Primordial: En-Lilla, el Señor de los Dioses o de los AElohimes, y de un principio Secundario: Eá, qué representa las profundidades de las Aguas o el Agua Primordial.

Plutarco (de Iside et Osiride, XX) escribe: La Luna posee una Luz generadora que multiplica la humedad dulce y favorable a las generaciones de toda clase (fluido caótico primordial) y las obras de la Luna se parecen a las que son realizadas por la Elocuencia y la Sapiencia. Se había dado a Isis el atributo de la Luna, y a Osiris el del Sol para probar su relación. Puesto que la Luna toma su luz del Sol (como María tomaba su existencia a Dios), se le llamaba también: Selene. Isis significaba también en egipcio: Antigua. Se le daba el nombre de Deméter, significando Madre de Dios. No solo tiene Isis al niño Horus en sus brazos o la Cruz en la mano como la Virgen (el mismo signo zodiacal de VIRGO les es consagrado) sino que también la Luna está debajo de sus pies y el mismo nimbo brilla alrededor de su cabeza. Es también el IACCHUS Jehsú de los misterios de Eleusis, más grande aún lanzándose de los brazos de Deméter, la Diosa Pantea.

Siempre fue un pensamiento teogónico admirable presentar a la adoración de los hombres una Madre Celeste, cuyo niño constituye la Esperanza del Mundo: Diana con el creciente.

El filósofo Ocellus Lucanus (en “de Universa Natura Pars Physica”, Cap. 1, Text. XII) describiendo la creación, enseñaba que el FUEGO (puro) engendraba el AIRE por un movimiento continuo (aspiración del Spiritus Sancti hacia el Padre, Luz Absoluta). El AIRE engendra el AGUA: el Udor, en griego (María, las Aguas, los mares, la naturaleza naturante, encima de los cuales dominaba el Ruah Elohim). En fin, el AGUA engendra la TIERRA (natura naturada, creación cumplida).

En el “Prometeo Encadenado” de Esquilo, cuando el Dios y Redentor se dirige al principio del primer relato anapéstico a los Dioses, rectores del mundo, él invoca ante todo el Aither Divino: Dios Aither, que designa al Señor Supremo de los mundos. Después llama a los soplos poderosos y rápidos: “takioupteroi pnoai” (los rayos del espíritu divino); finalmente, llama a los manantiales de los ríos: “potamonte pegai” (las Aguas Virginales, primitivas y fecundas), dando así, El, figura crística, en dos versículos, toda la cosmogonía moisíaca, así como el Gran Misterio de María.

Philipus Aureolus Bombast Teophrastus Paracelsus (“de Pestiltate tract. 1. Cábala) dice que los tres principios, “sal, sulphur et mercurius”, constitutivos de los 2 elementos, solo tuvieron una Madre y esa Madre fue el AGUA de la cual procedieron, pues, cuando el mundo fue creado, el Spiritus Dei fue llevado (vehebatur) sobre las aguas. Gracias a la palabra “Fiat”, el Agua fue creada ante todo y es de ella que fueron generadas todas las criaturas del Universo, animadas e inanimadas.

Sobre las pilas de bautismo arcaicas se colocaba a menudo la inscripción del Pez nadando en el Agua. Era el “ichtus soter”: El Pez Salvador. De igual modo como el Pez está en el agua en su elemento esencial, y no puede ser separado de ella, también el Cristo reside en el seno de su Madre, de ella misma, que es el agua y se complace siempre en ella. En las esculturas antiguas, el pez, emblema de fecundidad y de generación universal, siempre acompaña a la Luna (principio femenino) a la cual es consagrado. Los astrólogos conocen bien el hecho de que la Luna es exaltada cuando está en el signo de Piscis. El equinoccio de Primavera tiene lugar cuando el Sol termina su curso en el signo de Piscis y el equinoccio de Otoño se verifica cuando ha terminado su recorrido en el signo de Virgo.













Se comprende, inmediatamente también, el lazo que siempre une los elementos en acción en el simbolismo. Hemos visto que, si el elemento “Tierra” gobierna el primer Chakra, el elemento “Agua” gobierna el segundo, y por otra parte, que Saturno y Júpiter gobiernan las dos glándulas suprarrenales al mismo tiempo. Lo mismo que los equinoccios marcados por el fin del curso solar en Piscis (signo de Agua) y en Virgo (Signo de la Tierra), reúnen una vez más esos dos elementos; se comprenderá también esa relación de los 3 signos del Zodiaco: Tauro - Virgo - Capricornio, como una Triosofía Terrenal.

E1 símbolo del signo de Tauro se inscribe en una gráfica que representa al Sol coronado de la creciente lunar. Signo Zodiacal por excelencia de los Caldeos, aplicado al Cristo, es en este signo que es colocada ordinariamente cada año la pasión del Salvador (con este propósito los cristianos, sin duda, tomaron el ejemplo del Wesak oriental que se celebra en la Luna llena de Mayo). Jehsú dijo: “Yo soy el Alpha y el Omega” (que es una traducción libre y que sería más bien: “AE - Hôah Aleph v’eth Tav” en hebreo, puesto que Cristo nunca se expresaba en griego!).

De todas maneras, la letra “Alpha” significa: principio, doctrina, y era representada generalmente por el toro, como podemos convencernos por el estudio comparado de los alfabetos samaritanos, hasmoneos y palmiranos (Cl. Didymi Taurinensis, de Promunt. Divini nominis, quat. lit. pág. XCIV y XCIX) y también por la inspección de los filateros y de los tefilinos semíticos.

El es ese “Toro de las comarcas occidentales escondido en la comarca ocultada (Virgo) y del cual emanan todos los Dioses” como dice el papiro de Isi - Oer. El Toro estaba presente en el pesebre de Bethleem (cuando se inscribe la Noche Buena, al pasar el Sol delante del signo de Capricornio).

Está bien esa reunión de los 3 elementos de los cuales hemos hablado arriba: los signos zodiacales, Taurus, Virgo, Capricornius, en el mismo sentido simbólico que es el pesebre, (el recinto sagrado, la “Thebah”, la reserva universal).

Este gran triángulo en el Zodíaco es muy elocuente como símbolo del Verbo Divino, con su punta hacia arriba que marca el nacimiento del Salvador en el signo de Capricornio (elemento “Tierra”), con el fin de materializar el poder Espiritual que se encarna.

Los astrónomos del siglo XVI afirmaban que el Sol, el cual era una materialización del Verbo por María, en el momento de su creación había brillado por primera vez en el signo de Taurus. Esa unidad de acción entre Cristo y María, explica esas palabras de Porfirio: “El Toro levanta la Luna”.

Durante la Conquista Romana, bajo el reinado de Tiberio, en la ciudad de Lutetia (en el sitio de la Iglesia de Nuestra Señora de Paris) se erigió un altar magistral del cual se pueden ver aún los restos en las Termas de Junio. En uno de los fragmentos se encuentra el “Taurus trigaramus”: el Toro Místico de los Druidas y de los Caldeos, aquel mismo toro que se arrodilla en el establo de Bethleem.

París significa Bar-Isis o Navío de Isis. La palabra Bar tiene el mismo sentido que “recinto”; “receptáculo”. Nicolás de Damasco llama “Baris” a la montaña de Armenia donde situó el Arca de Noé.

Bar Isis es la traducción en druídico sabio de la palabra común: Lutetia, que tenía exactamente la misma significación. La raíz “Lo” o “Lu” designa en lengua céltica: abrigo, escondrijo, disimulo, arco, navío. Lutetia es, pues, un sitio defendido por las aguas, es decir, protegido por María.

Es interesante considerar la significación de París (o Bar-Isis, o Lutetia), adquirir un valor, tanto en el sentido propio (se sabe que la capital francesa se erigió al principio en una isla, en medio del río Sena), como en el sentido filosófico (un Colegio de Iniciados se instaló en aquel sitio magnético). Bar-Isis era pues un poco como la réplica septentrional de la Tebas Egipcia (consagrada también a Isis), cuyo nombre se originaba en la “Thebah” o arca hebraica (centro de las reservas esotéricas) tan apropiadamente simbolizada por la construcción de Noé. Lejos de ser, pues, meramente un navío construido por los hombres, se trata del Navío de la Sapiencia. Esa misma palabra (Thebah) formó el término “sabino”, o mejor dicho aun: “etrusco”, puesto que “Teba” designa un recinto en la cumbre de una montaña (un lugar simbólico, un sitio secreto, un templo o una choza (o logia) en las alturas espirituales, en las cimas de la Verdad, representadas a menudo por una colina, un pico, un monte, un sitio difícilmente accesible).

París (el Navío de Isis), casi parece ocultar en una Arca los Arcanos de la Sapiencia “que flota pero no se hunde” (como se puede leer aun en todos los escudos de la ciudad de París). Ese “Fluctuat nec Mergitur” inscrito en una banderola coronada por un navío con 7 pilotos y que es el emblema de la capital francesa, es pues, muy interesante para una ciudad rodeada de agua (el río Sena), pero que fue también, y sobre todo, una “cuna” para la doctrina Sagrada conservada después en aquel “navío” esotérico, cuyo símbolo está aún por todas partes donde el escudo de París es presentado.

No es necesario insistir sobre el sentido simbólico de los 7 pilotos de esa Thebah Parisina.

Por otra parte hemos explicado ya el término “Lutetia”, con sus relaciones con el “Lameth” misterioso, aquella letra “L” que se encuentra en Lhasa, la capital del Tibet, y en otras palabras como Latium, Luletia, Lucototia, y en el término hebraico Lukotaim (navíos), así como en el vocablo bíblico “Lemarbé”— que origina tantas discusiones teológicas.

En fin, todas las relaciones entre París, Bar-Isis, Lutecia, Arca, Navío, etc., nos hacen meditar mucho y, antes de concluir rápidamente estas nociones esotéricas aun es necesario estudiar las analogías para alcanzar conclusiones filosóficas de interés grandísimo.



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LA ROSA Y LA CRUZ



El origen de ciertos símbolos se remonta tan lejos, que sería difícil citar las primeras comunidades que los utilizaron, la “Cruz” está ciertamente entre los emblemas empleados desde la Antigüedad más remota.

La representación gráfica aparece en los alfabetos más antiguos. En chino antiguo, una cruz era la letra “chi” (significando grande o perfección), así como en fenicio la letra “T” con su equivalente en griego. Es igual en los hieroglifos egipcios o los ideogramas de las antiguas culturas de América, en los cuales esta cruz significa la omnipotencia. Se encuentra de nuevo esa cruz en la India igualmente y, en lo que se refiere a la cruz en forma de “X” (letra “khi” en griego), se encuentra ya en el Vattan representando el “Que”. En cuanto al famoso “Tau” es obvio insistir acerca de la antigüedad de su valor simbólico, encontrado en los vestigios mismos de la Atlántida...

La Cruz siempre fue el símbolo que expresa la oposición de las fuerzas, dos a dos, para originar la Quinta Esencia. Es la imagen del Activo sobre el Pasivo, es el Espíritu (línea vertical) dominando la Materia (línea horizontal). No analizaremos la etimología ni los derivados (creer, crecer, etc...) que esa palabra puede originar; sin embargo, como para una asociación de ideas: “cruz” se junta a menudo con “Cristo” y “cristianismo”, por lo que seria bueno conocer esos términos.

Cristo es un plano espiritual que denota la presencia de un rayo del Espíritu Universal cristalizado (CRISTO-alizado). Es un estado similar al titulo de Budha (iluminado); un estado alcanzado por ciertos “Enviados” para instruir a la Humanidad. Los Cristos se sucedieron en el curso de la Historia y cada uno nació casi “misteriosamente”de una Madre “virgen”; siempre cumplen con una misión idéntica, con curaciones milagrosas, con profecías y con la formación de discípulos; son generalmente “crucificados” (real o simbólicamente, como se practica aún hoy día en los altos grados iniciáticos). En fin, su enseñanza misma es una colección de lecciones elaboradas también con una misma base (ver la analogía de los Cristos en mi libro “Los Misterios Revelados”). Para los Cristianos, el Cristo es el Logos Universal encarnado en un cuerpo humano y eso es inherente a Jesús únicamente. Sin embargo, un pasaje de Pablo (Romanos VIII-10) indica que el caso no es inherente a un ser único y que el “Cristo” es un “espíritu” y no es un hombre aun siendo divino; es un estado que se debe adquirir, es la teoría tan a menudo repetida del “Cristo es en vosotros”, cuya mención es clara en la epístola de Pablo a los Colosenses (I-27). Así, la salvación de cada uno es válida por el desarrollo individual y hasta que el hombre haya llegado a la altura perfecta de un Cristo.

En realidad “Cristo” es un Avatar Divino, es la extracción, la inversión de la figura de Dios, es lo Universal que se refleja en lo individual... En matemáticas, la transformación de un número por la inversión, por ejemplo de 83 en 38, se dice que es un “Avatar”. Esas permutaciones son costumbre en la Ciencia de los Números, y gran parte del Sepher Yetzirah está consagrada a la explicación y a la interpretación mágica de esas orientaciones. En aritmética esotérica, los “Avatares” son extracciones de números, y es en este sentido que la tradición de la India habla de “Avatares” que son las apariciones en épocas regulares de Instructores de la Humanidad. Según la Doctrina Secreta, la llegada del Décimo Avatar coincide con la aparición del Cristo Rey, el Hijo del Hombre, mencionado tan a menudo en los textos bíblicos. “Avatara” significa “bajada” y descenso, se emplea particularmente para expresar el descenso de los Seres Divinos a la Tierra. Pero en el concepto de la teología Hindú, no hay separación, por lo tanto, entre Dios y el Ser Humano; el mundo celeste está unido al mundo terrenal; sólo las condiciones de forma existen o “parecen” existir gracias al fenómeno de Maya (el gran espejismo).

Ese concepto de AVATARES no es únicamente oriental, y las demás religiones lo emplearon también para un Dios Humano, y se le renueva cada vez según el tiempo y el sitio. Así la mayoría cristiana, a mediados del siglo II, aceptaba la idea de un CRISTO como hombre primitivo encarnado sucesivamente en: Adam, Noé, Abraham, Isaac, Moisés y Jesús (mencionado en las “Homeliaes Clemenines” XIV-5 seq.).

En fin, Jesús, dispuesto a “cristalizar” el Espíritu Divino, llegó a ser CRISTO, solo gracias a un mecanismo iniciático; el mencionar eso está lejos de ser un sacrilegio, porque, al contrario, eso da más fuerza al trabajo personal de aquel Iniciado Superior. Sin embargo, Elipando arzobispo de Toledo (que nació en 717) y Félix, Obispo de Urgela fueron condenados a causa de semejantes declaraciones.

Por otra parte —debemos mencionarlo aún— Emanuel, el Esenio de quien se dice que habría llegado a ser el CRISTO JESUS, no se conoce unánimemente como el Mesías. Si se acepta, hoy, la teoría de que no habría muerto en la cruz, también para algunos, nunca habría sido detenido! El niño Emanuel, habría sido conocido por un cierto Yaou-Zeb (se debe notar que ese nombre significa “Pez de Dios” y que podría referirse al Colegio Iniciático de la Orden de los Peces) que habría adoptado al joven Esenio y se hubiera convertido su nombre en Yeschou Bar Youssef (Jesu hijo de José).

Si creemos a ciertos historiadores, un amotinado célebre, llamado Barabbas, fue condenado por el tribunal romano que le confundió con el “Cristo”, porque su verdadero nombre: Yeshou Bar Abbas (es decir Jesús hijo del Padre) era verdaderamente el del Mesías. Algunos piensan más bien que, inmediatamente después de la detención, se vio que no era el que se presentaba como el Mesías, y se encontró entonces a Emanuel, presentándose igualmente como Jehsú y obrando como el Cristo; otros creen, más bien, que Bar Abbas se hubiera sacrificado en lugar del Gran Nazareno, que podría haber escapado y seguir así Su Misión...

Los “CRISTICOS” seguían su obra de Iniciación Tradicional, después de la venida del Gran Nazareno, lo mismo que miles de años antes lo hicieron, conducidos por CRISTOS precedentes que se sucedieron a través de los siglos. Sin embargo, una nueva religión se fundaba, poco a poco con los que seguían la enseñanza dada por los adeptos, los cuales habían recibido la lección de los discípulos de Jesús en el tiempo de su Misión pública.

Así nacía el CRISTIANISMO, apoyado sobre tradiciones judías, leyendas persas y otras mitologías orientales. Tomando del antiguo Budismo: las misas, el rosario, los cirios, el incienso, los conventos, los monjes, las adoraciones, etc., la nueva religión se apoyó sobre las teoría del “Zend Avesta” para fundar un “Paraíso (del Sánscrito “paradesha”: el más de allí, más allá del lugar). En cuanto al “demonio”, aquel Príncipe de las Tinieblas, sólo es Ahriman del Zoroastrismo. Se fundó también sobre otros atributos que se conocían en magia desde la Antigüedad más remota.

El dogma de la Santa Trinidad sólo se instituyó en 381 y el concepto de la Virgen María como la madre de Dios, data sola-mente del año 481. Una vestidura especial para sacerdote se creó en el año 500 (el celibato de los sacerdotes sólo data de 1.050), y el descubrimiento del purgatorio se remonta a 593, aunque fue admitido oficialmente por la Iglesia en 1.439 solamente!

La nueva iglesia combatió las imágenes, reliquias u otros talismanes, y fue obligatorio adorar desde 788 los amuletos instituidos por el Papa (aceptado, por otra parte, como Obispo Universal sólo en 606), lo que no impidió, en el curso de los años que siguieron, la promulgación de decretos, bulas papales, etc... las cuales prohibieron a los cristianos utilizar la “protección” de medallas, etc., diferentes a las que la Autoridad de Roma había instituido.

¿Se sabe, por ejemplo que es en 1.200 que se sustituyó el pan con la hostia en la Eucaristía?

En 1321 el Concilio de Ruan había incluido los “sacramentos” enla lista de los sortilegios y por eso debían ser condenados (aunque un artículo reserva el empleo de ellos, como el de utilizar la Magia en general, pero solamente por el obispo). A pesar de su similitud con la Magia Operacional, la Iglesia consagró los 7 “sacramentos” en 1547.

La infalibilidad Pontifical data de un decreto de 1870, y en fin, es en 1950 que la Iglesia decretó la Asunción de la Virgen!

Mientras que se ha dividido el Cristianismo, el movimiento Crístico, continúa su obra inmutable como lo había hecho desde miles de años según una Orden Iniciática y cuya Lección es recordada cada vez por la enseñanza esotérica de los Cristos Avatares.

Todos los Grandes Enviados trajeron con ellos una doble lección al mundo: una, que se dirige a la masa buscando una Moral satisfactoria, y otra, como enseñanza para los que están listos para estar en la vanguardia de una Edad Nueva. Como todos los Grandes Maestros, el Cristo Jesús (Jehsú el Esenio para separarle del Jesús histórico) ofreció su enseñanza exotérica al Gran Público que venía a escucharle y daba su enseñanza esotérica a sus discípulos (Marcos IV-10 a 13, Mateo XIII-10-11-12).

Él se sublevaba ya contra los iniciadores de esa época que rehusaban instruir al pueblo (Lucas XI-52), pero sin embargo, sabia también que muchos entre sus discípulos podían comprenderlo todo, y él les animaba a estudiar más aún (Juan XVI-12). Hacía comprender que llegaría un momento en el cual no se trataría de predicar únicamente las virtudes, sino de escuchar, en un idioma claro, una enseñanza precisa (Juan XVI-15).

Sin embargo, aunque se hable abiertamente, las palabras no son comprendidas, aun por los que recibieron las bases de una enseñanza Pre-Iniciática. Y a veces bastan solamente algunas palabras claves para los que resolvieron el primer misterio (referente al “Saber”).

Así, por ejemplo los Evangelios (Marcos XV-34 y Mateo XXVII-46) relatan palabras bastante oscuras que Jesús habría pronunciado en la cruz, las cuales, en hebreo, pueden confundir al lector. Ese vocablo antiguo se emplea aún en los Colegios Iniciáticos como la Glorificación esotérica en el momento de la sublimación, en las ceremonias místicas de grado mayor.

En idioma lemuriano “Hele, Hele, Lamat Zabac Tani” significa: Hele (me desvaneció) lamat zabac tani (la oscuridad cubre mi faz).

En arameo (en el cual Jesús habló durante toda su misión pública) esas palabras no tienen significación alguna, y los sacerdotes coptos que hablan aún ese idioma, no pueden explicar esa frase. Especialistas de ese problema trataron de invertir las letras para obtener una citación correcta, pero, por otra parte, el texto de San Marcos es diferente del que escribe San Mateo. La palabra “sabachtani” puede transformarse en “sabachthani”, “sabathani”, “zaba tani”, “sabbat hani”. etc... y puede interpretarse de diferentes maneras porque basta una letra “he” transformada en “heth” (o “teth”), un “aleph” convertido en “ayin”, un “zain” que podría ser “shin” (o ‘sammech”), etc… para tener una idea muy diferente de la que es generalmente aceptada por los Cristianos de las 2 grandes Iglesias. Así: “¿Por qué me has desamparado?” (habitual traducción en la Biblia) se convierte fácilmente en “Cómo me glorifica” y sería, por una parte más exacta y adaptada mejor al carácter del Cristo que había aceptado su Misión, y, por otra parte, estaría más en relación con una “Clave” para los Iniciados. En fin, puesto que esas palabras no fueron escritas, sino pronunciadas, mejor conviene la teoría siguiente:

Jesús el Nazareno, como Gran Maestro, llegado a ser Cristo, prestaba homenaje a la Soberana Potencia (“Cómo Tú me glorificas”) en una lengua sagrada utilizada en las Cofradías Esotéricas, y ofrecía así una última lección a los discípulos Iniciados. “Me desvanezco y la oscuridad me cubre la faz” bien traduce la función de pérdida de la personalidad para la identificación (el YUG) en la Conciencia Universal. Es la Faz sombreada (el Zeir Anpin o pequeña figura) que desaparece para hacer aparecer la Faz Cósmica, la Faz Luminosa (el Ariq Anpin o la Gran Figura). “La oscuridad cubre mí faz” es el principio de la evolución espiriforme (o espiritual), gracias a la cual la personalidad se desvanece detrás de un “cono de sombra”, según el mecanismo helicoidal (ver “Propósitos Psicológicos” Nº III capítulo acerca de los Números con valor de 7). Será entonces la aparición en una escala superior en el Espíritu Cósmico, es el estado crístico realizado en el Arquetipo de lo que la filosofía pitagórica llamaría Tétrada Sagrada, que es un tema humano y divino resumido en la Mónada (ver el cuadro sinóptico del sistema de la Tri-Unidad en “Los Misterios Revelados” pág. 110) (pág. 292, Editorial Diana, 1º ed., 1972).

No se podría hablar sino en una lengua madre, según expresiones idiomáticas de Santuarios, con la fuerza de un verbo rico en interpretaciones. ¿No había prevenido ya el Maestro a sus discípulos que El hablaba a veces con parábolas y con lenguaje diferente para los que entre ellos no podían comprenderle?

En fin, es normal que el Gran Instructor se haya expresado en un lenguaje iniciático, en aquel momento especial del fin de su Misión exotérica. Hoy día aún, los Iniciados se expresan con un vocabulario especial o con el Lemuriano, el Veda, el Vattan, el Adámico u otras lenguas sagradas.

Según Churchwardel: Cristo habría pronunciado sus palabras en lengua Mu y hay numerosos investigadores que se adhirieron a esa hipótesis; el filólogo, Don Antonio Bratma Janré confirma igualmente que Jehsú habría hablado en Maya.

En fin, el vocablo “Eli, Eli, lama sabachthani” mencionado en la Biblia (Mateo XXVII-46) habría sido escrito en el texto original: - “ Li, Li, LMH-ShBHhTh-NI” (así pues: “Cómo me glorifica”), a lo cual las compilaciones en griego, mencionan “sabachthani”, traduciéndolo como “desamparado”. Sin embargo, sería tan fácil referirse a textos más antiguos que los Evangelios, y que mencionan aquel mismo vocablo, por ejemplo, en el Salmo XXII, versículo 2, en el cual la palabra “dejado” se escribe bien: “Hazabatha-ni” (Li Li LMH HhZBTh-Ni).

Nos preguntamos, pues, si esas falsas traducciones no se hicieron voluntariamente, porque, el ejemplo no es único, y es de creer que ciertas autoridades educadoras hayan querido canalizar el espíritu de las masas sobre conceptos erróneos. ¿Qué se debe decir, por ejemplo, de la palabra “bárbaros” la cual significaba para los Griegos y los Latinos, los “extranjeros”, pero que se refería particularmente a los Egipcios, a los Persas y a los Caldeos? Es bastante raro, que ese término sea hoy bastante mal interpretado cuando califica precisamente a los pueblos más adelantados, conocidos antiguamente; Así, los Caldeos eran los Prudentes de Asiria que pertenecían a la casta letrada y sabia. Fueron esos eruditos asirios los que fundaron la Academia principal de Babilonia, de Borsipe, de Sippara y Orcoe. La significación exacta de “Chashdaih” o “Chaldain”, es “Anciano” en el sentido de eminente (los que conocen la naturaleza de las cosas); de aquí el nombre de “Caldeo” dado a los Astrólogos, que al principio eran Prudentes. Su ciencia (del macrocosmo y del microcosmo) se extendía a la astronomía, la física, la química, las matemáticas, la Ciencia natural, la filosofía, etc.; el arte medical nació igualmente de la ciencia astrológica.

Caldea, pues, no fue especialmente un país, sino más bien una comarca donde florecían los Ancianos del Conocimiento.

Ese conocimiento se conservó siempre en Santuarios que, en ciertas épocas, reservaban la entrada solamente a los escasos privilegiados que habían participado ya de Escuelas Esotéricas y habían satisfecho sus pruebas iniciáticas; en otros momentos esos Templos de Prudencia entregaban sus secretos al primero que llegaba y a todo el mundo; todo eso se cumplía según un proceso de tiempo, consecuente a la evolución de la humanidad.







Algunos de esos Templos de Iniciación, han permanecido célebres: primeramente la pirámide de Gizeh con sus 5.273.834 toneladas y cuyas cuatro primeras cifras dan el peso de la tierra: 5.273. 000. 000. 000. 000. 000. 000 y muchas más “coincidencias” con una numerología muy curiosa.

Mientras las sociedades secretas actuales se contentan con copiar los símbolos de los “Pronaos” (nombre empleado ya por los Egipcios), que describen la sala cuadrada adornada con emblemas en los santuarios, los Monarcas Antiguos no vacilaban en hacer construir monumentos fabulosos. Osimandías fue célebre por el palacio magnifico que hizo erigir cerca del Nilo; una vasta galería abierta permite al sol marcar cada día el grado zodiacal sobre un circulo de oro adornado con pedrerías. Semíramis hizo construir en Babilonia un templo en honor de Júpiter, en lo alto del cual fueron colocadas 3 estatuas de oro de 40 pies (Júpiter, Juno, Ops); en la gran sala una mesa de oro de 40 pies de largo y 12 pies de ancho, pesando 50 talentos, todo eso con una significación esotérica, naturalmente.

Esas construcciones son numerosas casi por todas partes en el mundo y son testigos de esas Grandes Iniciaciones de la antigüedad. Las culturas griega y judeo-cristiana, ciertamente no fueron un descubrimiento espontáneo sino una aplicación de las enseñanzas secretas, simbólicamente ofrecidas a veces a los investigadores profanos. Aahmesu, conocido mejor bajo el nombre de Ahmés, hijo del Rey Ra-a-us, fue un sacerdote iniciado, que vivió en Egipto en el siglo XX antes de la Era Cristiana, y es el autor del “Papiro-Rhind” que contiene interesantes notas matemáticas; y es casi cierto que muchos hermetistas se inspiraron en él y no seria asombroso que Arquímedes, Pitágoras, Avicena y otros, hayan encontrado en él una buena fuente de documentación.

Amenofis IV, Rey de Egipto de la XVIII dinastía, se hacía llamar Akhenatón; había abolido los antiguos dioses para consagrarse mejor al Dios Supremo, (ATON). Aquel Rey Iniciado, que fundó Tell-el-Amarna, humanizó la religión del Estado y muchos “rosacrucianos” modernos le veneran como el Fundador de la Orden, aunque Rosa-Cruces con raíces herméticas muy profundas no lo mencio-nan! Muchos le trataron de rey herético porque revolucionó los principios religiosos de su época. Sin embargo, se deberían considerar como símbolos los cultos ofrecidos, más bien que como verdaderas entidades. Los Antiguos no veneraban, más que lo que hacemos hoy, a un Dios antropomórfico, y se consagraban a atributos divinos en el mismo sentido que el cristiano respeta la cruz.

El Buey Apis (emblema de la Misión de la Orden de Taurus, así como Piscis fue el símbolo de los primeros cristianos) recordaba especialmente la Luna, a causa de sus cuernos que formaban como una creciente, y también a causa de su color (negro y blanco) que caracterizaba a aquel luminario nocturno, que siempre tiene una parte alumbrada y otra en las tinieblas. Ese Toro llevaba, por otra parte, un escarabajo (consagrado al sol) en la lengua. Se mantenía al Buey Apis durante 4 años (eso es muy simbólico); vivía en el templo de Vulcano (es el nombre dado al horno de los alquimistas) lo que hace suponer que una vez más es una alusión a principios herméticos. Se añade también que se le ahogaba después, en la fuente de los sacerdotes.

Los actos simbólicos de Alta Iniciación fueron confundidos muy a menudo con supersticiones, creencias primitivas o prácticas llamadas “bárbaras” (con todas las interpretaciones populares que eso puede tener).

En fin, con el advenimiento del cristianismo, los Colegios Iniciáticos cerraron sus puertas. Menfis era ya decadente en aquella época. Sesostris, el restaurador de Menfis por 1330 antes de la Era Cristiana, pensaba que no había nada más difícil que el conocimiento de sí mismo, lo que sin duda originó la máxima en el frente del templo de Delfos: “GNOTHI SEAUTON”, frase que no pronunció Sócrates, sino el Prudente Chilón.

Así pues, los Santuarios empezaron un periodo de actividad secreta, unidos siempre a la Fuente por los Instructores. Esos Maestros, a veces muy misteriosos, ocasionaron disidencias en los grupos esotéricos, y eso bastó para constituir numerosas sectas.





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La historia del Conde de San Germán es ciertamente una de las más fabulosas. Era un carácter enigmático acerca del cual se dijo muchísimo, y nada pudo probarse verdaderamente. Para unos habría nacido en Lentmenitz, en Bohemia, al final del siglo XVII, y sería el hijo del Príncipe Rakoczy de Transilvania; para otros, sería el hijo de la reina María Palatina de Neuburg (viuda del rey de España Carlos II) y de un banquero judeo-portugués. Muchos lo calificaron de “impostor” a causa de una identificación considerada como seria, porque provino del gran ministro de Luis XV, el Duque de Choiseul mismo. Este había dicho que San Germán había sido solo un bromista genial de Estrasburgo, con el nombre de Wolf. Debemos añadir inmediatamente que el duque era un enemigo del Conde por razones políticas, porque, en fin, existe aún actualmente en París un grabado debajo del retrato adornado con escudos con la inscripción siguiente:

Señor Conde de San Germán, Teniente General de los Ejércitos del Rey, Comendador de la Orden Real y Militar de San Luis, Secretario de Estado en el Departamento de Guerra”.

Es posible que ese extraño carácter haya utilizado un seudónimo, pues generalmente se supone que, durante su infancia, se le habla colocado bajo la protección del último de los Médicis (Gian Gastone) y que, creciendo, supo que sus dos hermanos (hijos de la princesa Hesse Rheinfield de Rotheburg) habían sido llamados “San Carlos” y “San Elizabeto” y resolvió pues llamarse “San Germán”.

Entre los años 1710 y 1822 (aunque algunos dicen que murió en 1784 en el país de Hesse), se presentó bajo los nombres de: Caballero Scoening (en Pisa); Conde Bellamare de Aymar (en Venecia); Caballero Weldon (en Milán y en Leipzig); Conde Soltikoff (Génova); Príncipe Rakoczy (en Dresden); y otros títulos aún, como Marqués de Montferrat, Barón Tzarogy y en fin, Conde de San Germán en París, Londres, La Haya, y San Petersburgo.

Vivió en París desde 1750 hasta 1760 y puesto que el Rey le recibía en el palacio y nunca ocultó este hecho, se le atribuía la edad de 500 años! Se decía que poseía el secreto de la Juventud Eterna, el cual provenía de Cleopatra, porque ella misma lo había transmitido al Conde cuando había sido iniciado en los Colegios de Egipto. Se le atribuye especialmente el conocimiento del “elixir” de “larga vida” y de la “piedra filosofal”; su obra de alquimista es cierta, gracias a las pruebas tangibles de las trasmutaciones de los metales que efectuó. Las medallas llamadas de “Leopold Hoffman” están en posesión de los peritos, que sólo pudieron comprobar la verdadera trasmutación en oro, y se encontraron ejemplares de ellas durante las rebuscas alquímicas de Carlos de Hesse en la Escuela de los Misterios de Lousinlund. Como músico dejó maravillosas composiciones; como poeta y sabio dejó escritos esotéricos muy profundos. De 1737 a 1742 permaneció con Pedro el Grande de Rusia, después en la Corte del Shah de Persia, y por último, en Londres en 1745. Estuvo en la India en 1756 e hizo también otros viajes, cuyos motivos siempre quedaron desconocidos. Mme. d’Adhemar asegura que lo encontró en París en 1789 (5 años después de su muerte, presumida por algunos que declararon que había muerto en el Schlesvig en 1780). Testigos sinceros han jurado que le vieron, cerca del patíbulo, cuando María Antonieta fue guillotinada.

Además de Mme. Annie Besant, que escribía en “The Theosofist” que había hablado con el Conde en 1896, Mme. Blavatsky sostuvo que le había encontrado numerosas veces, y en fin, el escritor Maurice Magre certificaba en 1930 que San Germán vivía aún y seguía la obra de los Grandes Iniciados.

Es necesario decir que los orígenes, así como la vida entera de ese carácter, es una mezcla de leyendas y de hechos más o menos verdaderos. Sin embargo, el Conde de San Germán es para las escuelas esotéricas y las Sociedades Iniciáticas: un Guía de la Humanidad, un “Enviado”, un Iniciado de Gran Clase, un verdadero Maestro... y es cierto que los “Maestros” pueden prolongar su existencia en un mismo cuerpo, o aún reencarnar inmediatamente cambiando de envoltura material con el propósito de cumplir con una misión ya en obra.









Cuando desencarnan ciertos Iniciados, logran aún hacer desaparecer enteramente su cuerpo físico! Ese fenómeno repetido numerosas veces por los Prudentes de la India, originó en seguida un rumor atroz. Misioneros cristianos aseguraron que vieron a Yogis que se alimentaban con carne humana! Es obvio decir que los ascetas viven en sitios retirados, y a continuación de la desaparición de algunos de ellos que no habían dejado ninguna traza, la murmuración occidental dijo rápidamente que los desaparecidos habían sido absorbidos como alimentos por los demás Yogis! En realidad, se trata de un fenómeno conocido por los ocultistas, es decir, el camino de Liberación por la desintegración (Laya-yoga), que permite desmaterializar el cuerpo físico para hacer “volver en polvo lo que era polvo”, y así librar más rápidamente la materia plástica (el Alma, el aerosoma, llamado también el cuerpo astral), y, en fin, dar una expansión inmediata al espíritu, (el Neumaticon del cual procedemos verdaderamente) para su re-integración directa en el Absoluto. Se encuentra también esa práctica en el Tibet, donde los Yogis emparedados-vivientes en las cuevas del Chang Tang, consiguen hacer desaparecer, después de algún tiempo de meditación, toda traza de su existencia. Viven retirados en una cueva donde un lama-servidor viene a pasarles, aproximadamente cada 5 días, por una pequeña abertura, un poco de comida y de agua, hasta el día en que la mano del Yogi no se adelanta más para tomar la escasa pitanza; el lama-servidor comprende así que ese Yogi es un Prudente que acaba de acceder a su Liberación final (estado de Mukti).

Así, algunas cuevas fueron abiertas para comprobar que ninguna parcela de materia había podido resistir a la vibración ardiente del Yogi, encerrado para su última experiencia (Samadhi). Ese método de re-integración total al Absoluto por la disolución gradual del individuo, se llama Laya Yoga. El mecanismo es siempre el mismo: despertar la Energía de la Naturaleza (Prakriti, elemento femenino en el “Muladhara”) y hacerla subir en el canal central gracias al poder kundalínico hasta el Brahma-Rundra, bajo el cual vive simbólicamente Purusha: el elemento masculino. Es lo que corresponde a la Coagulación y a la Solución (coagulante-disolvente) del Hermetismo de la Obra Magna.

Naturalmente, solo un Iniciado puede hacer esas experiencias, y las prácticas mismas de preparación, deben verificarse bajo la vigilancia de un Maestro.

Ese instructor se llama en la India: el “Gurú”; es el Iniciador, el Maestro Espiritual, el educador que enseña el sentido verdadero de vivir, de acuerdo con las Grandes Leyes. El Gurú, textualmente es el disipador de tinieblas, es un ser para quien la práctica de todas las virtudes es familiar. Un “Gurú” puede tener uno o numerosos “Chellahs” (discípulos) y vivir retirado como un asceta con disciplinas estrictas o bien evolucionar en un mundo muy social. El sitio donde vive generalmente el Gurú se llama Ashram, y el sitio donde el Maestro reside, aún temporalmente, siempre está considerado como sagrado; los discípulos que vienen a visitarle no faltan en su respeto a la morada, aún durante la ausencia de él, que está considerado como Santo en el sentido universal de la palabra. El Gurú es un Prudente que vive dando su enseñanza, pero no pide que se siga su ejemplo; así puede variar su modo de existencia y pasar por encima de las necesidades (lo que él no manda, sino aconseja, a veces). El adepto debe seguir muchas disciplinas. El Maestro Espiritual no manda: todo lo más, corrige lo que parece nefasto para la buena evolución del discípulo.

El discípulo tiene una confianza completa porque sabe que cada uno sigue su Vía con planos, grados y estados diferentes y que para cada uno corresponde una Misión bien definida. Así, él no se preocupa del modo de vivir de su Gurú, porque éste puede ser ermitaño o jefe de familia, mendigo o mundano.

La importancia del Gurú está significada en el “Siva Samhita” (III-10 a 19) y en otros numerosos textos orientales. Por otra parte, el mundo occidental empieza a interesarse mucho en esos asuntos; se encuentra cada día una documentación mayor, tanto en lo que se refiere a la disciplina iniciática, como en las prácticas esotéricas.



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Entre todas las obras que, sin duda, no son consideradas como autoridades en el ocultismo, porque aún no se han publicado todas ellas, se deben citar las obras del prolífico autor Hoene Wronski. La Ley de la Creación que lleva su nombre y que descubrió en 1803, apareció en su aplicación matemática en 1810 y después, en la “Reforma del Saber Humano”, los “Prolegómenos del Mesianismo”, el “Desarrollo Progresivo y Final de la Humanidad” y en sus dos obras póstumas: “Apodíctica” y “Nomotética Mesiánica”. Su filosofía puede encontrar aplicaciones en los dominios más variados. La Ley de la Creación, de Wronski, es el modo de toda generación espontánea. Es pues, una Ley generatriz y de equilibrio universal, es una condicionalidad considerada en ella misma como si fuera su propio acondicionamiento en lo por ella acondicionado, un modo que se expresa subjetivamente por su autotesis (o establecimiento propio) y objetivamente por su autogenia (o cumplimiento propio). En su aplicación, la autotesis comprende todo lo que está dado en un sistema de realidad, mientras que la autogenia contiene todo lo que es necesario hacer en él para el cumplimiento de ese nuevo sistema, bien sea en un modo único, o bien por los dos aspectos complementarios, uno teórico, el otro técnico. Es decir, es una unidad polarizada perpetuamente en potencia, cuyos elementos primordiales son cualitativamente distintos, uno por su actividad propia, otro por su pasividad opuesta. Su constitución está fundada sobre los dos elementos polares: activo y pasivo, y de esa cualidad provienen dos elementos, orgánicamente opuestos que derivan de la Tri-Unidad primitiva, lo que lleva a 3 + 4 = 7, elementos resumidos en 2 categorías (primitivos y orgánicos derivados) que tienen cada una los polos combinados. Esos SIETE elementos se reúnen en CUATRO combinaciones:





  1. Influencia parcial del polo pasivo en el polo activo.

  2. Influencia recíproca del polo activo en el polo pasivo.

  3. Influencia recíproca o concurso final de los dos polos de los cuales resulta:

  4. La identidad final en la reunión sistemática de los elementos distintos, por medio de la unidad, elemento fundamental que es común a ellos: paridad coronal.

Así es la autotesis o constitución teórica de la Ley de Creación. Se resume en tres términos: divergencia, neutralización, convergencia.

Ese principio puede aplicarse a la Libra, (Balanza) (con sus 3 elementos: los 2 brazos del astil y su centro de gravedad) así como a la generación de las voces humanas, a la gama diatónica cromática, a la astrología, etc... No podríamos terminar sin animar a los estudiantes a investigar esos dominios.



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La Iniciación no es el estudio de algunos asuntos llamados secretos; constituye el conjunto del Saber y aunque el Iniciado no sea un ser al cual se puedan preguntar los detalles de cualquier parte del Conocimiento, debe analizar los diferentes planos del Pensamiento Humano considerando los dominios diversos como base de aplicación posible hacia la Realización Total.

Así, el “Soulam” simboliza bien la elevación a través de los grados, de la Gran Sabiduría. Se dice que aquella escala de Jacob está constituida por 72 escalones (la heptacontaduagramación del nombre divino con sus 72 letras sagradas).

El “Soulam” (término hebreo) es aquella escala que une el “cielo y la tierra”, que se menciona en la Biblia (Génesis XXVIII-12), con la cual soñó Jacob y que, por otra parte, se encuentra en el grafismo, en documentos que datan de la época neolítica.

Numerosos descubrimientos se hicieron en las vasijas de barro de Glozel, en los signos de los guijarros del Mas d’Azil, en los cilindros Sirio-Hititas, y en los medallones llamados mágicos (IV siglo), en ciertos vasos griegos, (particularmente los de Italia del Sur). Esa escala mística está representada aún a los pies del Cristo Esculpido en el pilar medio del portón central de Nuestra Señora de París, donde, una mujer está sentada en un trono (tiene un libro abierto y otro cerrado) con una escala con 7 grados apoyada en su pecho. Esa escala Misteriosa es muy “conocida” de los F :. M.: del 30avo. grado, que deben conocer la significación de los dos montantes, (Oheb Eloah y Oheb Kerobo) el amor de Dios y el amor del prójimo. El montante de la izquierda representa las 7 artes: Astronomía, Música, Geometría, Aritmética, Lógica, Retórica y Gramática, y del otro lado las 7 virtudes:



El valor numérico de la palabra “soulam” equivale al término “Sinaí”, es decir 130; así, cuando Moisés debe ascender al Monte Sinaí para recibir el Decálogo de Dios, esa montaña representa las “cumbres espirituales” (residencia de la Torah), así como el ascenso a la escala Mística (el conocimiento de la Soulam) para alcanzar la Fuente de la Ciencia Sagrada (la Gnosis).

Se comprenderá rápidamente que cualquier contestación a los enigmas iniciáticos, debe ser un proceso de investigación resumido, tan bien y apropiadamente en el vocablo latino “Quo erite et invenientis” (Busca y encontrarás). Esa locución del Evangelio es una llamada al trabajo, que constituye la regla oculta que dice que nada es un don, sino el producto de una conquista.









Los Maestros, los Gurúes, solo presentan la vía a sus discípulos, pero el camino de la Matesis queda por recorrer hasta la verdadera Realización. Los Mesías (esas flores de la Humanidad liberada) son escasos y ellos solo son Seres que tienen la posibilidad de la Metagnomía.

Los Metagnomos son inspirados, iluminados, profetas... la Metagnomía es el conocimiento en línea directa de una zona ultra terrestre. Cuando, gracias a caminos diferentes de los sentidos habituales, el metagnomo toma la enseñanza, no es ya la razón la que ofrece el conocimiento sino la visión, la revelación, la iluminación, la realización. La metagnomía es una ciencia supra normal que proviene del cielo, de la comarca de los justos o de cualquier otro dominio sintético, unitario, accesible solamente a los que se ponen en relación con la tonalidad de vibración que reina en ella. La metagnomía está por encima del dominio clásico de la ciencia; no es ya la limitación de una esfera sino la Universalidad del Saber.

En la Kabbalah, será el “nequodah” (el “punto”) de la Mahashabah (el Pensamiento) que se representa a menudo por el glifo “yod” (la Clave del Alfabeto hebreo).

Como elemento fundamental del espacio, el “punto” es, él mismo, un espacio en el interior del cual no se puede incluir otro espacio. El “Siphra di Tzeniutha” explica: La Voluntad divina se manifiesta y llega a ser la Mahashabah que se expresa simbólicamente por Nequodah que está caracterizado por “Yod”.

Esa letra “Yod” (valor de 10) que caracteriza a Nequodah (el Punto, es también el “En to Pan” (El-Uno-el Todo); es guamétricamente: lo Universal que envuelve la esencia y la potencia de los números, que contienen en sí: la Unidad y la Multiplicidad. El Punto (o aun el Yod) está representado a veces en un círculo para materializar el pensamiento de los Grandes Filósofos acerca del Origen, de la Creación o de Dios mismo.

Los Egipcios tenían el Ouroboros, ese símbolo iniciático que representa una sierpe mordiéndose la cola que forma un círculo en el cual estaba inscrito “En to Pan”. Muchas veces hemos analizado ya ese emblema; lo mismo el “Tau”, ese símbolo poderoso y místico que indica la Prudencia escondida, no solo entre los Egipcios, sino también entre los Fenicios, los Mexicanos, los Peruanos y muchos otros pueblos.

La cruz ansada (“cruz ansata” llamada comúnmente la “Clave del Nilo” porque está representada tan a menudo en los monumentos Egipcios) es el atributo habitual de los Iniciados de la Antigüedad e indica el Poder del Conocimiento directo. En las esculturas, bajo relieves (o en los frescos) que representan escenas de la vida en Egipto, o en las estatuas de los Héroes de la Antigüedad, los escogidos, los Prudentes, los Reyes, Sacerdotes y todos los que fueron aceptados como iniciados, llevan en la mano la “cruz ansada” como signo de los que están impregnados por El Taam.

El Taam” que significa “alimento”, tiene el sentido para los ocultistas, de una sustancia vital capáz de alimentar al investigador. Es más que una inspiración: es el guión místico entre “el cielo y la tierra”! Es el maná de los hebreos en el desierto, palabra que se comprende en su sentido espiritual; es el alimento del espíritu, la comida indispensable de la vida. Una vez más, no es una comida que se ofrece al perezoso, sino un estímulo al trabajo: un alimento - aperitivo, si se puede decir así!

En la “Trinosofía” se dice que se atribuye su nombre (EL TAAM) al Conde de San Germán, durante una de sus iniciaciones; se trata naturalmente de estar impregnado con ese nombre. Es la “CRISTALIZACION” de El Taum; no se trata de atribuirle un título: es como un grado que confirma el estado, así como en los grados iniciáticos es necesario vivir antes de ser investido. La “Sagrada Trínosofía”, bibliografía esotérica del Conde de San Germán, relata las diversas experiencias que son necesarias para obtener la maestría. La Trinosofía (cuyos detalles doy en mi libro “Una Matesis de Psicología”) está, naturalmente, como todas las obras de ocultismo, escrita en “Clave”. El estudio de esa obra solo se puede hacer con conocimientos serios, y sabiendo anteriormente, por ejemplo, el empleo del “asataroth”, esa palabra alquímica que proporciona la matríz que se manifiesta hacia el sistema y sus diversos métodos de comprensión. AR es el conducto que lleva a AS hacia su manifestación AT en el receptáculo de integración OTH (de la palabra ASATAR provienen astro, altar, estar, etc.). En fin, puesto que para todos los textos semejantes es necesario saber “transponer”, puede muy bien ser un símbolo más bien que una construcción material el altar triangular que se llama “Athanor”. Así, se atribuye a menudo un concepto oculto a la idea de “Templo”, “Columna”, “Altar”, etc.... Algunos le dan el sentido del término “athor” (el “horno” egipcio). Evidentemente es una posibilidad, aunque, una vez más, no debería tomarse a la letra.

Se conocen todas las interpretaciones dadas al Santo Graal mediante las leyendas que empiezan a difundirse hacia el siglo XII. La Sagrada Vasija o Cáliz Eterno tiene la misma significación esotérica que la “palabra Perdida” la “Peregrinación en Tierra Santa” (de las cuales los “Laberintos” eran representaciones simbólicas). El Graal es el Vaso (“gradalis”), es la Urna Sagrada o el Anfora que tiene su equivalente en el signo del Zodíaco “Acuarius”. Se puede tratar también del Libro (“Gradale” o “gradual”), el texto iniciático. En realidad es la Tradición, o el recipiente para recibir la Iniciación. El Santo Graal es un emblema de ciertas escuelas esotéricas, símbolo oculto de las disciplinas de la Prudencia. La Caballería del Santo Graal es sobre todo una Institución de leyenda, un movimiento muy simbólico. Su característica (“Guardianes de la Tierra Santa”) fue materializada por la Misión de los Templarios.

Se sabe, por otra parte, que ciertas palabras (a veces llamadas “mágicas”) pueden virar y ofrecer una multitud de informaciones. Por ejemplo, en la palabra TORA (“Thora”, “Torah”, según la formación que tome la palabra) es necesario aclarar el sentido que se le quiere dar.


En este sentido directo se interpreta pues: El Verbo se realiza por la Ley de Athor (se reintegra al Logos por la Transmutación).

Si lo consideramos ahora a la inversa:

En este sentido de retrogradación se interpreta: Guía a la rueda de la “Suerte” y Trabaja (estudiar las Claves y experimentar).

Se comprenderá inmediatamente que es necesario penetrar el espíritu de la palabra más bien que el término mismo. Es el “Ahura Mazda” como está escrito en el Avesta. El Ahura Mazda es el alma de la palabra, la esencia del término, como el “Bija” (semilla) de los Mantras Yogis, la raíz sagrada de cada palabra y también el verdadero valor esotérico. Todas las Escrituras (Biblia, Zohar, Corán, Bardo-Thodol, etc. ...) están escritas así, sobre bases iniciáticas, con un sentido especial para cada grado de comprensión del texto.









Por otra parte, se pueden encontrar indicaciones preciosas con las palabras corrientes. Consideremos así el nombre de PIRINEOS, esa comarca del Sur de Francia que debe su denominación a la cadena de montañas entre Francia y España y que se extiende desde Bayona hasta Perpiñán. Las dos extremidades de la cadena de los Pirineos constan de granitos y pórfidos rodeados de formaciones cretáceas; son comarcas de paso entre una frontera y otra, teniendo casi toda la montaña un acceso difícil. En realidad, el nombre de Pirineos se deriva de la palabra “pirita”.

Dos ríos (el ORiege y el ARiege) llevan sus escamas de ORo en cantidad suficiente para explicar la industria de los ORpajeros, y, por otra parte, se encuentran en ellos los elementos minerales más diversos: montones enormes de un mineral de hierro muy puro. El ORo y los depósitos de hierro tuvieron el mismo origen que las piritas, cuya formación era hecha por animáculos. Esas piritas formadas por amontonamientos considerables en el curso de un cierto ciclo geológico, se descompusieron durante el ciclo siguiente, puesto que las condiciones atmosféricas eran diferentes. Los sulfuros se transformaron en sulfato ferroso (o vitriolo verde) el cual, disuelto por las aguas, impregnó los montones calcáreos; el hierro, fue precipitado bajo la forma de óxido, mientras que el calcáreo, por reacción recíproca, se transformaba en sulfato de cal o yeso, muy abundante aún en nuestra época en el ARiege.

Además, si se analizan los efectos del sílice (arena, greda, sílex), ese compuesto oxigenado del silicio (conocido bajo el símbolo de SiO2) tendremos documentos importantes. Se conoce que el Silicio ocupa la segunda fila (después del oxigeno) en la constitución de nuestro globo. El silicio es la primera materia, es la tierra vitrificable cuya combinación forma los metales. No es un cuerpo simple, sino un substrato de transformaciones, un producto de síntesis de la albúmina y una transformación del ázoe; este ázoe sería transformado en carbono por los mamíferos y en silicio por las aves. Ese metaloide, conocido bajo el símbolo de “Si”, tiene una densidad de 2,4 y se derrite a los 1420 grados (se volatiliza en el horno eléctrico). Ciertamente, grandes experiencias alquímicas podrían intentarse actualmente con los medios que poseemos, pero nos preguntamos si los modernos investigadores verdaderamente han encontrado los secretos de los Antiguos Sabios.

España y Francia, son la cuna de alquimistas notables, y ¿quién pudiera sostener que el hecho de la instalación de los cátaros en la proximidad de los Pirineos sea una pura coincidencia?.

El Catarismo es esa forma de creencia anti-sacerdotal sobre todo, que considera el mecanismo ritual como inútil. Rechaza los sacramentos, la intercesión de la Virgen y de los Santos de la Iglesia Católica Romana así como el Purgatorio, las imágenes e ídolos diversos de esa religión; rechaza también el agua bendita, la adoración del fuego (llama perpetua del Santo Sacramento) y otras prácticas cristianas que considera como supersticiones. El Catarismo, como Iglesia del Cristo, reivindica el poder de unir y desunir, ese poder acordado por Jesús mismo a sus discípulos. La Eucaristía consiste en bendecir el pan durante la comida y es el Antiguo, quien la distribuye diciendo “que la Gracia de nuestro Señor Jehsú el Cristo sea con vosotros”. La ceremonia mensual de la confesión (llamada “Consolamentum”) es el acto que reúne el alma de los fieles al Espíritu Santo. La doctrina de los Cátaros se funda en un esoterismo poderoso y la mayor parte de sus Maestros estuvieron unidos a la Fuente; es la razón, por la cual, esos Iniciados fueron presa de la Inquisición, y los dignatarios del Catarismo fueron los primeros a quienes persiguió la Iglesia de Roma.

Como siempre, en esos casos, basta que esos Iniciados usen ciertas prácticas o empleen ciertos atributos esotéricos desconocidos por los profanos, para que los representantes de una Iglesia oficial lancen su anatema.

¿No fueron condenados los Templarios, esos “Caballeros de la Orden del Cristo” por haber adorado a un “Dios especial y extraño”? La Orden del Templo fue una Institución Iniciática en la cual Roma tenía un enemigo peligroso por su divulgación de la Verdad y que podía molestar a la religión dogmática. Se sabe que los Templarios tenían la Misión de establecer una Fraternidad Universal, y mantenían contactos por todas partes con el fin de unir a los cristianos, a los musulmanes, a los judíos, etc... Se les reprochaba adorar a cierto ídolo con cara humana, el “Baphomet”. Podría ser la palabra una deformación del nombre de Mahomet (la cual se citaba a menudo en la Orden, con el nombre de otros Maestros, profetas, etc. ... puesto que los Templarios respetaban todas las creencias), con el propósito de recordar las buenas relaciones con los Sarracenos. Podía representar también el Baphomet un emblema esotérico, pero no podía ser un objeto de adoración entre Iniciados que rendían un culto a un Dios solo y único. Por lo demás, ninguno pudo mostrar jamás un “especimen” de aquel Baphomet que, muy naturalmente, podía ser un “mandala”, una especie de “Yentram” u otro símbolo iniciático.

Paralelamente a la evolución de las grandes religiones que ofrecían al mundo una Moral Social (enseñanza exotérica) y fuera de las sociedades secretas que divulgaban a algunos privilegiados sus misterios iniciáticos (enseñanza esotérica), hubo organizaciones místicas que cumplieron con su Misión de agrupar esas dos Grandes Lecciones.

Ciertos Iniciados obran aisladamente y se contentan con insistir sobre el camino que se debe seguir, dando indicaciones por medio de un texto. Benamozegh, ese rabino de Livorno, autor de “Historia degli Esseni” dice particularmente: “en cuanto a la existencia de una doctrina trasmitida secretamente en el Talmud, somos tan ricos en pruebas, que no hay necesidad de rebuscar los más triviales vestigios: El insiste, por ejemplo, sobre el hecho de que “Hochmah” se emplea en el sentido de doctrina esotérica. Benamozegh afirma que: “El Hebreo esotérico armonizaría los dos aspectos del genio religioso: semítico y ario que contienen también la clave del problema religioso moderno (Israel y la Humanidad, pág.71).

Los miembros del “Beni-el-Mim” pretenden que poseen la “Ciencia de la Clave” (Ilm el Mitfach) llamada también “Ciencia de la Libra” (Ilm el Nizan). Los Hermanos de esa organización secreta (Beni el Min = Hijo de la Clave) reciben una enseñanza según el grado y la evolución, y los adeptos están agrupados según grados iniciáticos. Es una escuela donde sobre todo, es practicada la Alquimia; una especie de Rosa Cruz oriental.







¿Qué es exactamente la ROSA CRUZ? Es una clase de Estado Místico (especie de Shamballah) del cual algunos Iniciados han “Realizado” enteramente el estado. Esos Rosa Cruces no son muy numerosos y no están necesariamente agrupados. Pero escuelas esotéricas con un número limitado de adeptos intentaron preparar discípulos a la Rosa Cruz. Esas Escuelas Místicas nunca pudieron reunir más de una docena de miembros, puesto que la iniciación era particularmente difícil y el examen de entrada necesitaba una erudición excepcional. Su origen es difícil de establecer, aunque podríamos situarlo en el Egipto Antiguo.

Así como de los Francmasones, de los cuales se encuentran vestigios desde hace 2 ó 3000 años antes de la Era Cristiana (ver mi obra “Libro Negro de la Francmasonería”), puede ser que existiesen Rosa Cruces en tiempos muy remotos y que así como la Francmasonería especulativa se instituyó en el siglo XVIII, también un movimiento Rosa Cruz haya sido formado en la Edad Media. Sin embargo, casi todas las Ordenes llamadas “Místicas” y “Antiguas” sólo son sociedades “rosacruceras” fundadas en el siglo XX. (Hay más o menos 15 movimientos “Rosacrucianos”).

Claro que ciertas Ordenes rosacruceras claman su autoridad, apoyándose sobre textos muy antiguos, pero cualquier movimiento esotérico o asociación llamada iniciática podría, por ejemplo, apelar al “Ptah Hotep”, el más antiguo libro de los Egipcios que contiene proverbios herméticos, de los cuales aquel país recibió la Verdadera Luz en la Aurora de su Historia.

Lo mismo ocurre con filósofos como Platón, Aristóteles, o Pitágoras, que pueden ser tomados como ejemplos por las organizaciones místicas o asociaciones secretas, sin ninguna contradicción posible, puesto que esos Prudentes fueron miembros - dignatarios de Escuelas Esotéricas y a menudo fueron ellos mismos los fundadores de Colegios Iniciáticos. Pitágoras, por ejemplo, residió para su instrucción en diversos países (Egipto, Siria, Oriente) donde ciertamente recibió Iniciaciones diversas. Moró después en Grecia donde llegó a ser célebre y donde su misteriosa Escuela fue fundada en 541 antes de la Era Cristiana. Anaxágoras, que fue el maestro de Pericles, es sin duda el primero que se interesó en la cuadratura del círculo, que es uno de los problemas aún en discusión, tanto en francmasonería como entre los Rosa Cruces.

Julius Firmicus Maternus, aquel filósofo platónico, queda como un carácter difícil de situar en una Escuela Esotérica; es el que escribe: “Conviene saber primero que Dios, creador del Hombre, le da su forma, su condición, su esencia misma a la imagen y a la similitud de la Naturaleza. En lo que se refiere a la composición del cuerpo humano se trata únicamente de los 4 elementos contenidos en la Naturaleza: Fuego, Agua, Aire y Tierra, y su combinación forma las diferentes creaciones de la divinidad”.

Jacques Etienne Marconis, aunque fue solicitado a menudo por sectas “rosacruceras”, permanece sobre todo como un Francmasón célebre por sus obras: “El Hierofante”, “El Santuario”, “El Sol Místico”, “El Templo Místico”, “El Panteón Francmasónico”, “El Iniciador” y en fin, una obra muy rara, “El Ramo de Oro de Eleusis”.

Sería necesario citar al célebre matemático y físico alejandrino, residente en Sicilia, Arquímedes, que escribió dos libros acerca de la esfera y del cilindro (y que trató también de la cuadratura del círculo, así como tomó la palabra en sus exposiciones acerca de los conoides y de los esferoides). Se podría decir que no nació en 2.000 años un matemático semejante, al cual se debe la fundación de la hidrostática; es el inventor de un método para determinar el peso específico o el equilibrio de los cuerpos flotantes, la verdadera teoría del nivel. El Colegio de Iniciación al cual pertenecía ciertamente fue un vehículo menor de la Gran Fraternidad Universal.

¿Qué decir de Avicebrón (seudónimo de Salomón Ben Agabirol llamado a veces Gabirol), ese comentador judío, autor de numerosas obras esotéricas y rabino muy sabio, en sus comentarios acerca de la sagrada Qabbalah? Alcanzó la relación del Infinito al “Finito” (fin) cuando escribe “¿cómo puede ser que la facultad divina se debilite, se modifique, se materialice, y que la acción del agente primero se muestre en una cierta sustancia más que en otra, puesto que la facultad divina es el altísimo grado de facultad y de percepción y el límite de la Omni Potencia?”.

No podemos dejar de citar aquí a Apolonio de Tiana que nació en la ciudad de Capadocia cerca del año 16; sus profesores declaraban que a los 14 años estaba ciertamente listo para los altos estudios. Sus cualidades intelectuales no se podían imaginar y fue agregado al Templo de AEgae (Egea) desde los 16 años. Quería adoptar las enseñanzas Pitagóricas y se disciplinó en la regla de silencio durante 5 años; después viajó hasta la India donde recibió la hospitalidad de los Brahmines y vivió en diversos monasterios para perfeccionarse. Prudente verdadero, llegó a ser también un Mago incontestable; se sabe que después el Tribunal de Roma tuvo que absolverle, puesto que aparecía y desaparecía delante de los jueces como quería! Los términos de “elipse” e “hipérbole” fueron utilizados ciertamente por él por primera vez; dejó, por otra parte, pensamientos y máximas profundos. Apolonius de Tiana es también el autor de la famosa obra el Nuctemerón (Noche alumbrada por el Día). El libro se compone primeramente de “12 Horas” simbólicas, idénticas a los signos del Zodíaco Mágico y a los trabajos alegóricos de Hércules, que representan la sucesión de las obras de Iniciación. Hay después, los nombres y las atribuciones de los genios que presiden a las 12 horas del Nuctemerón: Papus (médico), Sinbuck (juez), Rasphuin (necromántico), Zahun (genio del escándalo), Heiglot (genio de las nieves), Haven (genio de la Dignidad), etc. ... Se debe notar que se encuentra una tradición semejante en el Antiguo Talmud: la “Mischna”.

La mayor parte de los miembros de las organizaciones rosacruceras se interesa en la Iatricia, arte que consiste en curar, gracias a los métodos ocultos, apoyándose para ello en los conocimientos de los Prudentes Griegos. Los filósofos “iátricos” toman cada planta en correspondencia con las constelaciones, con una categoría mineral y con una parte del cuerpo humano. Hemos estudiado ya ese asunto: se trata de un “fluido”, de una “vibración”, de un lazo, si se puede llamar así, que reúne los elementos y principios de diferentes reinos. Se comprenderá por eso que todo, por otra parte, ha sido originado mediante un mismo plan; es el Hilé, calificado entre los Griegos como el elemento que Dios extrae de la Nada (es la idea también del Ain en la Kabbalah) El “Hilé” es sutil, impalpable, poderoso, y productor de lo que es susceptible de recibir las fuerzas sensibles. Después del Hilé, Dios no habría creado nada más; pero con ese elemento habría extraído, formado, trabajado, todas las cosas. Sería pues el equivalente del “Prana” de los Yogis.

Esa dualidad de principio está expuesta inmediatamente desde el segundo versículo del Génesis “Tohu vah Bohu”, tan mal traducido por “la tierra estaba desordenada y vacía” o, a veces “la tierra estaba sin forma y desnuda”. El Universo estaba, pues en el Vacío aún (la Nada de las formas que corresponden al “Caos”), es decir, en el mundo del “aether” como Fuente y Origen, pero también como fin de todas las cosas. Ese estado precedería al estado donde el Universo no caía en la Materia. La identidad existe también entre Tohu y Bohu (Principio y Fin); uno es potencial a una manifestación futura, otro es potencial y resulta de una manifestación realizada. Tohu es una reserva de fuerzas específicas (opuestas al Ain). El Zohar define el “Tohu” como el resto puramente dinámico de un Universo desaparecido, y que se prepara para hacerse “Bohu”: elemento de fuerzas constructivas de un mundo futuro. Es, pues, el momento cuando la “Shekina” se reintegra a su Fuente (período del Tohu vah Bohu) y acerca del cual se encuentra, de nuevo, la explicación en Isaías LXV-17: “He aquí que yo creo nuevos cielos y nueva tierra”.

Esa admisión de dos principios eternos era una costumbre en China bajo el nombre de doctrina de la Luz, que se tornó en Maniqueismo y del cual numerosas religiones han conservado aún el dogma de la acción paralela de Dios y de Satán, (Luz y Tinieblas).

El Obispo Prisciliano de Avila, fue sacrificado, en Tréveris en el año 385, porque había enseñado una clase de Maniqueísmo. Su decapitación provocó, las protestas aún de San Martín, San Ambrosio y del Papa Siricio, porque la Iglesia en esa época no quería que hubiese una condenación a muerte por causa de “heretismo”.

Los Rosa Cruces siempre sostuvieron la tesis de la Unidad, presentándose bajo dos aspectos (el Manifestado y el No Manifestado): Un Principio Simbólico (la Cruz), que es el elemento en Potencia, y el otro Principio Materializado (la Rosa), que representa la Función. Su emblema tiene el doble símbolo de lo Abstracto y de lo Concreto, de lo Subjetivo y de lo Objetivo.

Autores célebres han ocultado su adhesión a los Rosa Cruces; los filósofos y los teólogos, que no pudieron decir abiertamente sus conceptos, dejaron traslucir su fe a través de marcas simbólicas. Uno de los filósofos, entre los hermetistas, que ha descubierto los verdaderos Arcanos de la Naturaleza, fue ciertamente Al Hossein, mejor conocido bajo el nombre de Avicena. Ese Prudente, que nació en Shiraz, Persia, en el año 980 y murió a causa de la traición de los parientes de Hamadán en 1057, fue un médico y un matemático célebre llamado por los árabes: El Príncipe de los Doctores! Una de sus obras de medicina fue adoptada por la Facultad de Montpellier (Francia) durante el reinado de Luis XIV. Mucha gente ignora también que la comprobación de las operaciones matemáticas es conocida gracias a Avicena, que fue el primero en proponer la famosa “prueba por nueve”.

Se dice que ciertos Hermetistas descubrieron el secreto de la longevidad, pero no es muy probable que lo hayan utilizado y sería más bien el Conocimiento del Misterio Eterno el que les hubiera interesado, o sea: basándose en las inmigraciones del Espíritu y en la reintegración total en el Absoluto.

Pontanus, que vivía en 1130, escribía en su obra: “De Vita Propaganda”, que él tenía más de 1.000 años, ¿pero no se trata aquí de una edad simbólica, como es aún la costumbre de mencionar en las sociedades secretas? Pontanus difundía las doctrinas de Artephius quien había descubierto el secreto del Principio Vital. Artephius era contemporáneo de Morien y del rey Calid; es el autor de obras alquímicas bastante célebres (un tratado suyo fue traducido al francés por Pierre Arnauld en 1612).

Un Gran Iniciado a la Rosa Cruz fue Roger Bacon, que nació en Ilchester en 1214, estudió en Oxford, y después en Paris, donde adquirió una instrucción superior, en proporción a su tiempo. Se interesó rápidamente en la Magia, y llegó a ser un ocultista de calidad. Su sobrenombre era “Doctor Mirabilis” (el Doctor Maravilloso) y fue también encarcelado por hechicería; así encerrado en el convento de los franciscanos en Paris el pobre monje murió poco tiempo después de haber sido libertado en 1294. Se le atribuyen numerosas invenciones: cristales de aumento, bomba de aire, una sustancia combustible como el fósforo, una pólvora para los cañones, etc.... Dejó obras muy interesantes y experimentales, sobre todo en lo que se refiere a la física oculta, y también un método experimental de práctica. Doctor en Teología, matemático, físico, químico, fue un sabio completo. Ese Doctor admirable, que divulgaba una filosofía muy profunda, es venerado todavía por numerosas sociedades esotéricas, porque fue un Gran Iniciado y un Dignatario de los Colegios Iniciáticos, lo cual fue, sobre todo, la razón de su condenación por la Iglesia.

Entre los artistas se encuentran igualmente huellas de conocimientos esotéricos y de su participación en movimientos iniciáticos. Ninguno se atreve hoy a dudar del hecho de que compositores como Mozart y Beethoven pertenecieron a sociedades secretas. Un Gran Compositor moderno, decía hace algunos años en la apertura de un festival de Música en Caracas, al presentar la orquesta que iba a dirigir: “El ignorar que existe una Cofradía Blanca o una Gran Fraternidad Universal, es la confesión de que no se comprende en nada las obras de Wagner”.

En efecto, el simbolismo es flagrante, y Wagner no vaciló en repetir lecciones ocultas a través de sus obras.

Después, en Australia, tuve el placer de presentar a otro músico ante una grande y comprensiva audiencia, quien comentó las Operas Célebres haciendo entrever a la masa profana la belleza de las ciencias ocultas. El Doctor Wherther, que dirigía esas representaciones teatrales, era por otra parte un adepto de la Yoga, como muchos artistas que hoy en día más y más comprenden tanto la importancia de una Maestría como la de un Saber escondido durante demasiado tiempo. Sería inútil establecer una lista de todas las personalidades y caracteres importantes que hoy día aumentan la fila de los místicos, y no necesita comentarios el hecho de que el Gran Virtuoso Yehudi Menuhin, es un discípulo Yogi muy adelantado ya.

Entre los escritores (sin analizar a Homero, Shakespeare o Dante) cuyas obras diversamente traducen la enseñanza esotérica, el ejemplo tipo de una novela con carácter Rosa Cruz es ciertamente la novela “Zanoni”, de Lord Bulwer-Lytton. En cuanto al arte pictórico, los maestros del ocultismo son numerosos en manifestarse a través de él; Alberto Durero (1471-1528) ofrece una ilustración célebre con su composición “Melancolía”. Los atributos Francmasónicos, Kabbalistas y Rosa Cruces son expuestos en ella de una luminosa manera. Nada falta en el simbolismo: la disposición, la numerología, los emblemas y el equilibrio artístico que está mantenido así como el grafismo oculto (Escala, cuadrado mágico, herramientas, piedras, etc...).

También se debe mencionar a Paracelso, cuyo nombre es sinónimo de Magia, ciencia a la cual lo inició el Abate Tritheim y otros obispos alemanes; por otra parte, es de ellos que provienen interpretaciones muy útiles de la Biblia. Su nombre verdadero era: Aureole Teofrasto Bombast de Hohenheim, y nació cerca de Zurich (Suiza) en 1493; murió en Salzburgo el 24 de Septiembre de 1541, dejando a los 48 años obras muy notables, especialmente en medicina y en alquimia.

Generalmente se cree que fue afiliado igualmente a los Rosa Cruces.

En efecto, lo hemos dicho ya, es difícil establecer el origen del Movimiento Rosa Cruz efectivo. Unos presentan todavía a un Cierto Rosenkreuz, un filósofo, de quien se dice, habría sido un viajero imaginario, puesto que, las obras son anónimas y son probablemente del autor Andreae. Teólogo luterano de Württemberg, Jean Valentín Andreae (1586-1654) escribió una serie de obras anónimas que se atribuyen a un cierto Cristian Rosa, conocido mejor bajo el nombre de Rosenkreuz. Andreae habría sido más bien un Iniciado que divulgó textos esotéricos, encubierto bajo un seudónimo, ROSEN (rosa) KREUZ (cruz) con el fin de hacer conocer los orígenes espirituales.

Maestro y Místico, ese Rosa Cruz estaba lejos de pensar que, (ocultándose bajo el nombre de un carácter legendario) las sectas apelarían después a su Fuente. “Rosenkreuz” es aceptado aún por ciertas sectas llamadas Rosacruceras, sobre todo de origen alemán o por movimientos de origen germánico, que organizaron escuelas llamadas místicas, aún en América. Por lo contrario el nombre de Jean V. Andreae es casi completamente olvidado.

Se asocia a menudo el nombre de Jacob Boehm (1575-1624) con la Rosa Cruz, puesto que este místico alemán recibió primeramente la iniciación compañérica y llegó a ser un carácter importante entre los Guías Espirituales, pero su sobrenombre de “Teósofo Teutónico” bien indica que el célebre hermetista era un Iluminado, un Inspirado, más bien que un adepto de las escuelas de Magia.

Elías Ashmole nació en Lichfield en 1617. Era un alquimista que seguía el camino de la Rosa Cruz; no consideró, por otra parte, su iniciación francmasónica seriamente, cuando fue aceptado en la Logia de Warrington en 1646. Investigó, por otra parte, acerca de las causas de la decadencia de la Cofradía y escribió rituales que, 25 años después de su muerte, sirvieron ciertamente para la fundación de las primeras grandes Logias Inglesas. Sabio, arqueólogo, fue también el Historiador de la Orden de la Liga y Fundador del Célebre Museo de Oxford. Murió en 1692.

En ese mismo tiempo, un pequeño chico sueco no tardó en hacer que se hablara de él: se trataba de Emanuel Swedenborg que nació en Estocolmo el 29 de enero de 1688. Como zapatero, tenía una instrucción rudimentaria, pero llegó a ser pronto un verdadero Sabio. Está incluido entre los Grandes Místicos. La razón por la cual fue útil a la vulgarización del espiritismo fue que tenía facultades supra normales y adquirió rápidamente los altos grados en las diversas sociedades esotéricas que le recibieron. Fundador, él mismo, de Escuelas místicas, se le puede considerar como un verdadero Iniciado. Murió en Londres el 29 de Marzo de 1722, dejando numerosas obras filosóficas.

Esta fue la época en que la Francmasonería toma su vuelo oficial (1717); en efecto, las logias entran en una vida de estudio y de perfección. Así, pues, los diversos “Rits” se organizan rápidamente, y se encuentra mezclado en esa cofradía, el título de “Rosa Cruz”, por ejemplo, entre los Filadelfos de Narbona en el 4to. grado superior, o en el Rit Moderno Francés en el 7mo. grado, o en fin, en el 18avo. grado en el Rito Escosés A:. y A:. Ya en Florencia la orden de los Mágicos sólo era una división entre el movimiento rosacrucero decadente y ciertos ocultistas orgullosos que fundaron sociedades aún con ese nombre tan noble. Schroefer, aquel cafetero de Leipzig (que mentalmente enfermo se mató en 1775), pertenecía a un grupo espírita llamado “Rosa Cruz”. Bastante a menudo se le confunde con Schroeder (nombrado a veces el Cagliostro de Alemania) y que ya tenía en 1779 una Escuela de Magia en una Logia de Sarreburgo: los Rosa Cruces Rectificados.

Sin embargo, desde 1754, un kabbalista portugués, Martínes Pascualis, instituyó un Rit Francmasónico: los “Elus-Cohen”, una sociedad de la cual el miembro más conocido fue Louis Claude de San Martín, de sobrenombre “el Filósofo Desconocido”; él mismo debía fundar después la Orden de los Martinistas. Autor de numerosas obras de Hermetismo, él es seguido hoy día por serios adherentes al “Martinismo” (organización bastante secreta, fundada también a base de la Rosa Cruz y con la enseñanza de la Santa Qabbalah). Es a L. C. de San Martín que debemos la famosa divisa francesa “Libertad, Igualdad, Fraternidad”.

El movimiento rosacrucero fue muy perturbado por la llegada de Fourier, ese filósofo que descubrió las fuerzas sublimes de la armonía universal. Nació en Besanzón (Francia) en 1722, y fue el fundador de la Escuela Societaria (o Falansteriana). Su sistema es el cumplimiento de la obra de Newton por el descubrimiento de la Ley de la atracción pasional. Su método consiste en presentar la Analogía Universal, las leyes de la Unidad de los Mundos. Es el autor de la teoría de los 4 movimientos y de las suertes generales, admirable tratado (acerca de la doctrina de la Francmasonería), que se publicó en 1808 (reimpreso desde 1840). Como extático hizo previsiones correctas. Considera al hombre como instituido por Dios como “rey de la tierra” y, conforme a su principio de unidad, todo lo que existe en la tierra debe obligatoriamente reflejar al hombre, así como el hombre refleja a Dios. Por consiguiente, todos los hombres están en relación con la doble naturaleza (material y anímica) del hombre, y ese observador lo explica por la ley llamada de la ANALOGIA UNIVERSAL. Es una ciencia sin límites por la cual se descubre la historia del porvenir o del pasado; es así, que, a su parecer, los animales y las plantas son hieroglifos, en relación con los destinos humanos y que la analogía enseña a descifrar.

Desde la fundación legal del movimiento, la Cofradía Francmasónica resintió sus efectos profanos y numerosos miembros se aliaron con otras sociedades y particularmente con el movimiento rosacrucero, cuya importancia aumentaba. Al principio, las asociaciones de “Francmasones Libres” se colocaron bajo el patrocinio de un personaje importante (Prelado de la Iglesia o Gran Señor), a fin de tener una protección necesaria. A veces, el señor patrón de la Orden, el mismo aficionado a las Bellas Artes e interesado en las construcciones, quería tomar parte en las discusiones técnicas expuestas en la Logia y así se hacía iniciar entonces en los se-cretos de los Constructores. En Inglaterra, por ejemplo, el rey Guillermo III se hizo iniciar en 1695 y presidió una Logia de Hampton Court durante la construcción de la parte moderna del palacio. En esta época el Gran Maestro Cristofo Wien, arquitecto de San Pablo, abrumado por la vejez, descuidó los deberes de su cargo, lo cual dejó a la sociedad en un marasmo y originó el reclutamiento profano. Entonces, se pensó admitir a las personas extranjeras a la corporación. Sin embargo, se conservaba el sistema de división de los miembros, el empleo del lenguaje, los emblemas, los signos convencionales, etc. …

Una organización antiguamente operativa, la Francmasonería, se hizo especulativa y la “Tolerancia” únicamente se exceptuaba en que los Hermanos solo tenían la obligación de una religión única: ser hombres buenos y sinceros. Cada uno podía conservar sus opiniones y sus creencias, siempre que las reglas morales fuesen respetadas. Las Logias se formaron muy rápidamente en casi todas partes de Europa, y Federico II, rey de Prusia, llegó a ser el Gran Maestro de la Logia de Berlín, y favoreció a la Cofradía. Sin embargo, después se hizo aceptar como Rosa Cruz, aconsejado, sin duda, por su Ministro, que era entonces Jean Cristian Wóllner quien estaba encargado de los asuntos eclesiásticos y de la enseñanza. Era un espiritualista notable y estaba afiliado a diversos movimientos místicos.

En 1805 Juan María Ragón funda los Trinosofistas, una Orden Francmasónica que debía enseñar el buen ejemplo a los Hermanos que se alejaban de las virtudes predicadas por la Cofradía. Autor de numerosas obras de ocultismo, (“Curso Filosófico e Interpretación de las Iniciaciones Antiguas y Modernas”, “La Misa y los Misterios Comparados a los Misterios Antiguos”, “Iniciación Hermética”), J. M. Ragón, fue el Guía de todos los F:. M:. verdaderos. Su libro más importante es, sin duda, “Ortodoxia Francmasónica” (1853). Murió en París en 1866.

Otro Gran Iniciado fue ciertamente, el General Alberto Pike, nativo de Arkansas (1809), filósofo platónico, hermetista, y Kabbalista, que fue durante 22 años el S:. G:. Com:. del Supremo Consejo de los 33 Grados. Muchas obras suyas no fueron publicadas, pero sus archivos eran muy importantes y contenían los manuscritos más sabios acerca de los conocimientos de orientalismo, de Kabbalah, de Hermetismo, de Magia, etc. ... Llamado a menudo el Homero de América, intentó verdaderamente enderezar el prestigio de la Francmasonería; pero en el tiempo de las nuevas sectas, de la carrera hacia lo maravilloso, hacia la rebusca de lo sobrenatural, la Gran Cofradía se dividía, así como la Orden de los Rosa Cruces.

Otros llegaron después para renovar los Movimientos de la Antigua Prudencia, como el Doctor Encausse, llamado Papus, a quien desde los 20 años se le calificó como un verdadero maestro del ocultismo (Supremo Dignatario del Rit de Menfis y de Misraim) e intentó restablecer la Orden de los Martinistas.

No faltaron algunos para engañar a los hombres crédulos, que se organizaron bajo el nombre respetado de ROSACRUZ, grupos de estudio con fines atractivos. Así como Doppel Mayer, que quiso fundar una Orden en Hof, cuando B. J. Schleiss fundaba, un “Capítulo Rosa Cruz” en Sulzbach y hacía “esperar” a los Hermanos el conocimiento de la piedra filosofal, el elixir de larga vida, etc. …

Afortunadamente los investigadores serios hacen volver a menudo a los desdichados “adeptos” de la verdad hacia el camino recto, como F. Jolivet Castelot, sabio e iniciado, quien fue el fundador de la Sociedad Alquímica de Francia (Laboratorios en Douai). Dejó diversas obras y su publicación “Hiperquímica Rosa Alquímica” daba ya una documentación preciosa; esa revista se volvió después “La Rosa Cruz” y supo ayudar a los que comprenden el sentido hermético de “separar lo sutil de lo denso”.

Hoy día aproximadamente quince sociedades rosacruceras se disputan la supremacía de las masas ansiosas de los “misterios” y que desean sobre todo “poderes”.

En realidad, los verdaderos adeptos a la Rosa Cruz no tienen necesidad de agruparse porque están mezclados al Gran Movimiento Coordinador de Fraternidad Humana que se desarrolla desde hace años. Ha pasado la era de la necesidad de asociaciones secretas; verdaderos Colegios Iniciáticos han abierto sus puertas y organizaciones oficiales se adelantan para reeducar a la Gran Masa Profana.

Los más grandes sabios hicieron conocer que su punto de vista no era muy diferente de los enunciados que pronunciaron los llamados “iniciados”. Claro, los Hermetistas, los Kabbalistas y la mayor parte de los grandes Ocultistas especialistas de las Ciencias esotéricas, estaban adelantados muy por encima de los doctos investigadores de una ciencia llamada oficial.

Pero ha llegado el tiempo cuando los hombres de ciencia no se encierren ya en un saber limitado, en el cuadro de su pequeño departamento.

Claude Bernard, aquel científico erudito, deja traslucir, por ejemplo, a través de sus artículos, un conocimiento esotérico profundo. En “Lecciones acerca de los Fenómenos de la Vida” prevee los canales de la Shekina de los Shepiroths, dando la explicación apropiada del mundo de Atziluth. A la luz de la biología, el sabio explica también (P. 56): “hay como un dibujo o pre-establecimiento de cada ser, de cada órgano, de tal modo que, considerado aisladamente, cada fenómeno es tributario de las fuerzas generales de la Naturaleza; considerado en relación con los otros, revela una relación especial y parece dirigido por un guía invisible en el camino que sigue y es llevado al lugar que ocupa” (lo que aclara lo referente acerca del problema del Arca de Noé).

¿Acaso no se vio, en la Religión más estricta, a las autoridades establecer una comparación, no sólo entre otras creencias teológicas sino intentar también escrutar las bases de la Tradición Esotérica?.

Un erudito eclesiástico, el Abate G. Busson, durante el Congreso Científico de los Católicos en Paris en 1891, presentó ya una obra muy importante acerca de la Santa Qabbalah y dio la definición siguiente del Absoluto: “Todo lo que el espíritu puede comprender es solamente la envoltura (mercabah) del Invisible e Incomprensible Ain Soph. Es el Todo de esa envoltura lo que es él, sin ser él; fuera de ella no es “Nada”, su propio nombre es “Nada”. Sin embargo, la Tradición afirma que la Prudencia proviene del Ain Soph, según ese pasaje del Libro de Job (28-12): “Dónde está el lugar de la Prudencia?” y la contestación se traduce por: “La Prudencia proviene de Ain (Nada)”.

El Abate Busson insiste sobre la revelación divina, siempre oportuna y adaptada al tiempo y a las circunstancias, a las necesidades y a las ideas de los hombres, que deben recibirla. Se dice entre otras: el Dios de Israel, el de Moisés, el de los Cristianos, no se cambia, él ES.

Sí, los hombres han comprendido, por fin, que ya no es la hora de los discursos triviales. Cristianismo, cadoísmo, teosofismo, rosacrucismo y otros “ismos” hicieron perder tiempo al mundo. Ahora más que nunca, el hombre actual desea una ética universal capaz de satisfacer tanto su modalidad de existencia presente, como darle una comida espiritual que tanto necesita.

El ser humano no aspira a ser un Santo; lo que quiere es una condición de hombre (en el sentido propio de la palabra) en una sociedad sana. No se trata de tener ascetas sobre la superficie de la tierra sino una colectividad en la cual cada uno sea capaz de darse cuenta de su lugar, con el sentimiento de que colabora en una Tarea Común.

A pesar de las disputas que subsisten en esta época de Transición, una Edad Nueva se perfila... los Tiempos Mejores están cerca...

La ROSA ciertamente tiene espinas, pero los pétalos son suaves.

La CRUZ ciertamente es pesada, pero marca el fin del Calvario.

Una nueva Humanidad está en marcha para cumplir su última prueba, antes del Gran Período tan esperado: La Edad de Paz...



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